Por: Saúl Arellano Montoro
La idea principal de los avances (o trailers) es mostrar escenas que enganchen al público al que va dirigida la película. Esto ha sido así desde que se estableció el Star-System en los años 20. Con el paso de las décadas, lo que tiene que ver con los avances es más un asunto de mercadotecnia que de cinematografía por la natural razón que la película debe venderse en la taquilla incluso antes que la crítica de cine la tome en su poder.
Y por regla, los avances SIEMPRE van a mostrar lo mejor de la cinta – incluso a veces descubres que lo que vez es el final – en un intento de que pagues tu boleto y, aunque no te guste la película, hayas cooperado al bolsillo de los productores. Y otras veces, las menos, el avance no resulta a la altura de una película, lo que resulta siempre muy agradable de descubrir porque el elemento sorpresa es algo que nunca sobra.
Por desgracia, esto último es todo lo contrario en el caso de MIENTRAS EL LOBO NO ESTÁ de Joseph Hemsani.
“JUGAREMOS EN LA SALA DE CINE MIENTRAS EL DIRECTOR NO ESTÁ”
La película, desde el argumento, tiene un poco de todas aquellas películas de Guillermo del Toro, Carlos Enrique Taboada, Fernando Méndez y una muy elaborada pincelada de Juan López Moctezuma… Pero lejos de servirle como buena asociación o referencia, es en daño a su propuesta y “originalidad”.
La cinta nos es presentada – desde el trailer – como de terror; la narrativa desde el principio maneja atmósferas de la más aceptable tradición del cine de horror mexicano; especialmente del producido en los años 60 y principios de los setenta. Es por eso que en la medida que va avanzando la trama y que los personajes nos son presentados, la confusión va en aumento. De pronto los diálogos se pierden en un limbo entre el suspenso y el drama donde, además, el director vuelve a meter de forma – espero – inconsciente, secuencias tomadas incluso de películas muy comerciales como Harry Potter (hasta la música tiene similitudes), Oliver Twist o El Resplandor.
Es entonces que con todas esas referencias, Joseph Hemsani aparentemente trata de hacer una película de suspenso. Para su mala fortuna, es espectador ya perdió – a estas alturas de la “trama” – el poco interés que pudo haber ganado y por supuesto, no conservar el más mínimo respeto hacia su cinta. Hay tantos errores de argumento, diálogo y musicalización que por momentos se siente uno en una comedia de suspenso digna de Clavillazo, Viruta y Capulina o de Chabelo y Pepito; con la diferencia que estos últimos no eran pretenciosos y Joseph Hemsani si lo es y mucho.
¿Resultado? Una larga y disparatada película donde de pronto no sabemos que estamos viendo sino hasta una secuencia bien fotografiada donde es tan evidente lo que viene que ya adivinaste el final… Y aún faltan 40 minutos para que termine.
“DIRECTOR ¿ESTÁS AHÍ?”
Por otro lado, dirigir niños no es tarea fácil; hay que encontrar una empatía honesta y de mucho dialogo y ejemplo para lograr lo que quieres para que se vea proyectado en pantalla y para eso hay de dos: O tienes muchos recursos narrativos para involucrarlos en la historia o tienes un talento natural para que, como el flautista de Hamelin, sigan tus instrucciones de forma natural. Para esto último hay muy pocos como Spielberg, Howard, Anderson o Shyamalan por mencionar solo cuatro de los recientes.
La evidente falta de experiencia de dirección de actores infantiles demostrada por Hemsani hace que la película caiga en secuencias francamente absurdas. Nuestro director jamás se preocupó por hacer que los niños dijeran sus líneas de forma fluida y natural así como tampoco se molestó en quitarles el sonsonete de escuela privada actual siendo que la película se desarrolla en 1958 donde ningún niño – o persona mayor – hablaba así. Muchas frases de lenguaje no solo contemporáneo sino de cine estadounidense que suena forzado al decirlo en español. Sumado a esto, tampoco les cuidó los “tics” interpretativos en los que constantemente caían al actuar; esto no es culpa de los niños actores, sino del totalmente poco capacitado director Hemsani.
Por otro lado, tanto la banda sonora como la música incidental están fuera de ritmo con respecto a las secuencias que se presentan. Las atmósferas son inducidas erróneamente y más parece que la orquesta está metida por error de sincronía debido a lo que vemos en pantalla que no concuerda con la música ambiental.
“ESTOY APRENDIENDO A DIRIGIR ¡VOY POR USTEDES!”
Lo rescatable de la película, y que es lo único que agradecemos, es el diseño de producción y arte así como la fotografía. Cuidaron hasta el último detalle de ambientación, vestuario, peinado y mobiliario para lograr recrear el México de finales de los años 50 y lo fotografiaron con los filtros justos para conservar esa paleta de color tan característica del cine de esa época. De hecho debería competir para los Arieles de este año en los rubros de Vestuario, Fotografía y Diseño de Arte.
EN RESUMEN
Debido a una dirección arrogante y pretenciosa, donde la falta de identidad y narrativa propia destrozan la historia y a todos los actores – incluido el reconocido actor Mauricio García Lozano – Joseph Hemsani fracasa al tratar de presentarnos una película de suspenso que parece de terror y que termina siendo un pastiche de otras películas e historias sin pies ni cabeza y que, para colmo, te descubre el final “sorpresa” de la película a la mitad de la misma.
Y por si fuera poco, tiene uno de los finales más de lugar común y cursi que haya presentado jamás el cine mexicano. Es simplemente inaudito que haya pensado en un final tan cliché para terminar su película.
Pocas veces escribiré esto pero, si la ven, van bajo su propio riesgo.