Por: Saúl Arellano Montoro
El panorama del cine mexicano actual se mueve entre temas relacionados con el narco y sus derivaciones como fenómeno socio-político por un lado y por el otro, en el extremo absoluto, las comedias/románticas de una clase social acomodada cuya identificación con el público es complicada debido a lo alejado con la realidad en el país. Entonces, que aparezca en las pantallas mexicanas temas en medio de esos dos extremos es refrescante y de agradecerse.
El problema es cuando una gran historia cae en manos de un director novato y todo queda en buenas intenciones, chapucerías, breves destellos de genialidad y en general, una película que será siempre referida con el dictamen de “Pudo ser mejor en manos de otro”.
Ese es el problema con LA DELGADA LÍNEA AMARILLA de Celso García.
EN LA RAYA…
La historia es relativamente sencilla: Cinco personas de diferentes necesidades y contextos de vida se juntar para realizar un trabajo difícil que es pintar la raya central de un camino en el estado de San Luis Potosí de doscientos kilómetros en 15 días.
Bajo esa premisa es que se desenvuelven los personajes en una suerte fallida de road movie que funciona más por el desempeño interpretativo de algunos de los actores, una gran selección de locaciones, una cámara que envuelve la luz sobre los actores y situaciones como un personaje más y una edición que, aun de ritmo lento, maneja bien la narrativa de la historia.
Desde el principio, que es la presentación de Don Toño (Alcázar), entendemos cómo se va a desarrollar la historia hasta el momento en que los otros cuatro personajes (Silverio Palacios, Joaquín Cosío, Gustavo Sánchez Parra y Américo Hollander) son presentados de golpe.
Por un hueco de guión, no sabemos a bien de donde o quién es Pablo (Hollander) por la forma en la que es presentado a los otros tres y nos es explicado (como con manzanas) su pasado y por qué está ahí con los demás que, por fortuna, se presentan solos y de forma fluida para con la historia.
Como dije antes, el ritmo es pausado debido en parte para que como espectadores, nos compenetremos en las condiciones en que trabajan los personajes al ir pintando la raya amarilla bajo el sol y la lluvia donde de pronto es rota la dinámica debido a los imprevistos con los que ellos se topan en 200 kilómetros de caminar empujando una máquina de pintura para realizar su labor. Este escenario en su totalidad da para que haya momentos memorables en la cinta pero no se logró y es una pena porque eso es lo que nos quedó a deber Celso García y su falta de contundencia en el guión y la dirección.
PINTA TU RAYA COMPA…
Damián Alcázar es un actor muy buscado y socorrido pro cuestiones de asegurar taquilla en México. Es de los más reconocidos por la gente y por lo mismo, de los más aceptados. Sin embargo, el haberle dado el papel de Don Toño para asegurar entradas es el primer y más notorio error que pudieron haber cometido todos los que participaron detrás de cámaras en la película.
Ese personaje NO era para Alcázar sino para un actor de más edad, de más credibilidad y presencia natural. Si bien es cierto que sale adelante con el personaje, nunca llega a convencer del todo y esto se refuerza al no poder evitar las taras interpretativas que Alcázar arrastra sin darse cuenta en CASI TODOS sus personajes. No es natural y si muy forzado en todo momento.
Otro error grave de la película es la presencia de Américo Hollander. El muchacho es un saco de arena en escena. No sabe decir sus diálogos, no actúa y se ve perdido en la mayoría de las secuencias donde aparece. Y como García insiste en mantenerlo en pantalla la mayor cantidad de tiempo posible, lo poco que logra comunicar al espectador, se pierde cuando a Hollander le toca participar. No hay empatía con el público ni aporta nada a la historia más allá de hacernos pensar que “tal vez otro actor hubiera funcionado más”. Y Gustavo Sánchez Parra tiene un trabajo promedio que ni es malo pero tampoco es de lo mejor que le hemos visto; lo que se extraña porque es un actor de muchas tablas y abanico interpretativo.
Por el contrario, la película se salva gracias a las tablas y recursos de los compadres Silverio Palacios y Joaquín Cosío que en muchos momentos de la película se les nota que se mueven más por amor a la actuación que por instrucción del director. Sus personajes son creíbles, bien perfilados y son aceptados casi desde su presentación por el espectador. Sus secuencias son las que nos hacen reintegrarnos a la historia cada vez que aparecen.
Y para terminar, al haber abierto historias de más, haber pretendido acercar a los personajes extremos para solventar la falta afectiva en lo individual y lograr un entendimiento, el director mata de un golpe descomunal la película con un final que a todas luces parece haber sido más el resultado de una mala decisión que de un guión estructurado y bien pensado. Se nota improvisado y con un intento desesperado por mover al público hacia sensaciones que no era necesario buscar de esa forma.
La película bien pudo terminar por otro camino igual de entrañable en lugar de acercarse al melodrama telenovelero injustificable en que cayó como una gigantesca y descontrolada avalancha de lodo.
EN RESUMEN
Rescato, como dije al inicio de mi texto, la intención de hacer una película alejada del narcotráfico y las historias de comedia romántica plastificada. La idea de retomar historias con personajes pegados a la realidad obrera del país como en las películas de “Nuevos Horizontes” (1959) de José Arenas, “Viento Negro” (1965) de Servando González o “Fuego en el Mar” (1979) de Raúl Araiza es necesaria en el cine mexicano.
Por supuesto que la selección del reparto es, al final, otro gran logro de la película ya que al ser actores con una sólida trayectoria (salvo, naturalmente, Hollander) y amigos fuera de cámara logra el cometido de reflejar la química entre los 4 principales.
Y de nuevo, la atinada selección de escenarios naturales para desarrollarla ya que se integra a la historia de manera natural para convertirse, cada uno de los lugares donde se desarrolla la acción, en un intérprete más.
Una película a la que le irá bien en taquilla y logrará ser del agrado de todos aquellos que buscan historias alejadas de la violencia y las comedias burdas que llegan a las pantallas mexicanas últimamente.