Por: José M. Viniegra
El 24 de agosto, la Cineteca Nacional exhibió la película: Nosferatu, Una Sinfonía del Horror. La cinta clásica, de Murnau, extendió sus sombras sobre las butacas del recinto filmográfico para beneplácito de los espectadores. Un filme que no pasará nunca de moda porque es pionero y referente obligado para cualquier fanático o estudioso del tema de los vampiros y del cine.
A las 16:00 hrs., puntualmente “sonaron las campanas” que convocaron a los visitantes a alojarse en el interior de la sala 3, Fernando de Fuentes de la Cineteca Nacional, para dar inicio al aquelarre de un ser antiguo que seduciría sus yugulares desde la pantalla, sólo que en esta ocasión su Sinfonía del Horror no sería proyectada desde el celuloide, sino desde un Blue Ray. Así es: la modernidad ha abrazado a los más añejos y veteranos filmes mediante la fusión de la pantalla de una sala moderna y un proyector vía Blue Ray con antiguos formatos filmográficos que se opusieron a morir.
El resultado: una nueva manera de encontrarnos con nuestro pasado desde un ángulo más fresco, más fiel en imagen y más novedoso. Esto sólo era posible mediante el recaudo de fragmentos de cintas anteriores de Nosferatu en celuloide, plata o nitratos; un trabajo de recuperación hecho por otras manos, en otros tiempos, y puesto ahora a disposición de nosotros tras esquivar todo tipo de suertes en el camino a nuestros días. Hoy podemos internarnos con relativa comodidad y cierta calma entre las lúgubres tonalidades verdi-ambar del trabajo de recopilación de este film de Mornau, que de modo semejante al pálido Nosferatu que se alberga trás de éste, sobrevive y se niega a morir.
Hutter y su mujer, Ellen, viven en Wisborg en 1838, un día envían a Hutter a Transilvania con el conde Orlok para venderle una nueva propiedad al otro lado de la calle en que Hutter vive. Una vez en el castillo y pernoctando ya en éste, Hutter amanece con dos marcas en el cuello, mismas que interpreta como hechas por un mosquito. Una vez firmado el contrato, Hutter descubre que el conde es nada más y nada menos que un Nosferatu. Al ver partir ataúdes y al mismo conde dentro de uno de ellos hacia su nuevo hogar, Hutter teme por la vida de Ellen y va a su rescate.
Nosferatu – A symphony of Horror, con música de Hans Erdmann para F. W. Murnau, se encuentra ya en una versión completa restaurada en 1994. La experiencia de verla es única. Habrá incluso quien recuerde las cintas de Chaplin exhibidas el año pasado en algunas salas de cine, mismas que implicaron un sentimiento nostálgico, mágico y digno de reverencia hacia el actor. Pues algo similar se vivió ayer en la Cineteca: la gente tuvo ganas de aplaudir; aunque esa bella costumbre de elogiar con dicho gesto un filme se ha perdido un poco en estos tiempos y le costó al público un poco de trabajo decidirse a ovacionar debidamente un clásico inmortal.
Estén pendientes del Macabro 2015, visitando la cartelera en http://macabro.mx/ hasta el 30 de agosto. Asimismo extendemos la invitación a visitar y/o conocer la Cineteca Nacional, que siempre sorprende con películas extranjeras y nacionales que de otra manera no podríamos contemplar y disfrutar de ese modo tan peculiar que distingue al cine.
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