Por: Enrique Guerrero
Cual terapia, esta edición del Festival Vive Latino, sirvió para liberarse de todo lo que la pandemia nos dejó, tanto para público y artistas fue un nuevo comienzo a futuro y con esperanza a bien.

El Festival Iberoamericano de Cultura Musical VIVE LATINO, llegó a su edición 22, llevado a cabo en el Autodromo Hermanos Rodríguez en la Ciudad de México, con grandes artistas como Pixies, Banda MS, Limp Bizkit, Los Fabulosos Cadillas, La Maldita Vecindad, C. Tanga, entre muchos otros más, esparcidos entre el 19 y 20 de marzo pasados.
Después de dos años de pandemia, la emoción se percibía, los asistentes llegaron desde muy temprano, posiblemente con el propósito de mirar alguna banda en particular, de las más de 70 presentaciones a lo largo del fin de semana.
Fue un respiro, una necesidad de salir y concentrarse en un evento, los asistentes, lograron de una manera catarquica, deshacerse de dos años de pandemia y caos, en esta convención colectiva que fue el Festival Vive Latino; los gritos y la emoción por medio de la música como válvula de escape.

A lo largo de todo el festival, se observaban toda clase de personas, de distintas edades, padres acompañando a sus hijos, aunque probablemente que sean hijos acompañando a sus padres que vienen a disfrutar de la música que a ellos les gusta; así mismo, grupos de amigos, o parejas, recorriendo y disfrutando cuanto más pudieron.
Posiblemente la mayoría fuera a ver a uno o varios de sus artistas favoritos, y esa parte de por si es emocionante: los momentos de espera, el gozo de la primera canción, y la alegría de estar frente al artista. Sin embargo, la naturaleza propia de un festival de música permite a los asistentes tener la oportunidad de conocer nuevas propuestas y así ampliar esta red musical.
Es difícil mencionar cuales fueron los grandes momentos del festival, porque al final del día es una cuestión individual saber qué fue lo mejor para ti y que hizo que este Vive Latino post pandemia te dejará algo; grandes artistas nacionales e internacionales se presentaron en ambos días, y para todos los géneros y estilos.

Al final, el Vive Latino se sintió como una necesidad, un evento ya tan característico de esta ciudad, uno de otros ejemplos de la vida cultural de la ciudad de México, ahora mismo era como si la gente lo necesitara, aunque sea para que durante dos días, las cosas volvieran a ser como eran antes.