Por Armando Valenzuela
Las películas basadas en hechos reales, normalmente suelen atrapar al público para así conocer un poco más de los acontecimientos que se experimentaron los involucrados, este año, llega a la pantalla grande uno de los casos más sonados en el mundo del cine, EL ASESINATO DE SHARON TATE, película dirigida por Daniel Farrands y protagonizada por Hilary Duff con una historia interesante pero mal ejecutada.
Como ya muchos saben, Tate, perdió la vida en manos de Charles Manson, líder de una secta satánica que observó a la actriz durante días para saber cómo llegarle y es prácticamente lo que veremos en esta entrega que tiene un guion pobre y nada original porque nos muestra momentos repetitivos en los que veremos a nuestra protagonista con sus amigos en el año 1969 en su casa ubicada en Cielo Driven.

La manera en la que se desarrolla la historia es muy lenta, con clichés típicos que hacen predecible lo que estamos por ver, personas mirando a través de la ventana, ir a algún lugar con luz apagada, ruidos extraños y en este caso puras premoniciones que se vuelven tediosas y que realmente no muestran un avance en la historia.
Debemos decir que en cuanto a las actuaciones; ninguno de los actores que participaron logran salvarse, ya que a pesar de conocer la historia y sus respectivos roles, se sienten un tanto sobre actuados y poco creíbles, pasando por el mismo camino, Duff de quien a pesar de tener momentos intensos, su actuación no es creíble al cien por ciento, únicamente se percibe una niña espantada en una casa (pese a que se reconoce que la actriz hace lo posible para lograr un trabajo lo mejor posible).
En general, esta película no logra conectar con el público, incluso, el nombre solamente es el gancho para tratar de generar rating y a pesar de ser una historia interesante que pocas veces se logra llevar a la pantalla, su ejecución fue mala.