Por: Alberto Barajas
Pedro Almodóvar se ha convertido en un ícono y gran referente del cine español y del cine mundial, con sus películas que plasman las entrañas del ser humano en cada uno de sus personajes. Pero ahora se enfrenta a su propia vida.
El filme gira entorno a la vida de Salvador, un cineasta en decadencia que vive con sus recuerdos y fantasmas en completa depresión y hundido en el dolor que le atañe en su cuerpo y alma, sin embargo, la vida le tiene preparada una segunda oportunidad, para regresar a lo que más ama: EL CINE.
El CINE es el gran amor que un director, actor, actriz, guionista, productor, etc tiene a lo largo de su vida. Es una forma de vida; se vive, se respira, se come cine. Pero que pasa cuando el CINE se va de su vida por alguna u otra cosa; se siente como morir. Almodóvar lo sabe muy bien, que desde 1974 hasta la fecha se ha dedicado en cuerpo y alma al celuloide.
«Dolor y Gloria» se puede describir como su homenaje a él y a las personas que de alguna manera han forjado su vida. La fotografía llena de vida (incluso en sus partes más tristes) y de mucho color, la música hermosa de principio a fin. Muchos de sus detractores, parece que han quedado satisfechos, ya que regresó ese Pedro Almodóvar que escribe desde entrañas y dirige con rigor, sin cortapisas, ni concesiones. Las actuaciones es otro gran punto que se degusta en el film, ya que vemos a muchos de sus cómplices que le han acompañado en su carrera: Antonio Banderas, Penélope Cruz, Cecilia Roth y Julieta Serrano.
Y como dato, una parte de la película es dedicada a México y a la gran Chavela Vargas, quien ha sido y fue su gran amiga y musa del cineasta calzadeño.
Una cinta que se debe de ver y disfrutar con una copa de vino tinto a lado, para finalizar con un caballito de tequila.