Por: Miguel López.

Todos cargamos con una Caja llena de ausencias y paradójicamente de vacíos.

¿Podrías llenarla de idealizaciones sin importar lo que tengas que hacer?

Hatzin (Hatzin Navarrete) viaja solo a Chihuahua para recoger los restos de su padre que fue localizado en una fosa clandestina e “identificado” solo porque el cuerpo fue encontrado al lado de su INE. De regreso a casa mientras el camión pasa por la ciudad ve a Mario (Hernán Mendoza) quien tiene un gran parecido a su padre y decide quedarse en la ciudad para descifrar si es él.

El director venezolano Lorenzo Vigas nos presenta una película sobre la búsqueda de identidad y pertenencia, poniendo a prueba de hasta donde eres capaz de llegar para sentirte aceptado, bajo la idealización de la figura paterna ausente. Filmada en su totalidad en locaciones del estado de Chihuahua, lugar conocido por sus maquilas y su lamentable historial de desapariciones, que sirve como detonante para la historia, pero también nos muestra la dinámica que viven las personas que buscan en la maquila una fuente de ingresos,centrándose en la historia de Mario y Hatzin en el que cae por completo el peso del filme. 

Con una premisa simple pero compleja en los detalles, una fotografía muy bien realizada al igual que la mezcla de sonido y actuaciones solidas “La caja” es una obra deperdida, redescubrimiento y aprendizaje.

Si la idea de ir al cine es escapar de la realidad, quizá no es una película para ti. Pero si te gusta el ver una película con sentido critico dando el contexto adecuado podrías darle una oportunidad.