Por: Irving Torres Yllán
Alondra de la Parra es una de las directoras de orquesta más importantes de la actualidad, dueña de un estilo elegante aunado a una gran personalidad, le han colocado en la mira de los amantes de la música clásica en todo el mundo. Ahora, su talento se une al de Gabriela Muñoz, “Chula The Clown” quien es la mejor representante del género clown en México, dando como resultado un viaje onírico donde la música es la guía y la motivación para avanzar.

“The Silence of Sound” es un espectáculo sui generis, no es un concierto sinfónico (aunque lo es), no es una obra de teatro (aunque lo es), no es un show de clown (aunque lo es). Es un todo que nos absorbe aún antes de que inicie todo, desde el momento en que Chula llega al escenario y se sienta mirando al público, mientras a su espalda, los músicos de la orquesta se van acomodando, van afinando sus instrumentos. Sin que la mayoría de los espectadores se percaten, la obra ha iniciado sin una primera llamada. Cuando Alondra llega y tras saludar a sus músicos les indica que el ensayo comenzará, algunos podrán desconcertarse sin entender que ya estamos en algo muy preparado y ensayado. Y al caer la primera nota, al desaparecer las luces y sólo enfocarnos con la luz guía sobre Chula, ya no hay vuelta atrás.
Chula va descubriendo en su mundo como la música irrumpe, como es perseguida por diversos instrumentos (los cuales aparecen en proyecciones), fascinando, huyendo de ello. Cuando su andar le lleva al fondo del mar y descubre bajo una concha que ver tocar un instrumento le embelesa, sabe no tiene más opción que dejarse llevar por la música.
Es complicado explicar en palabras lo que ha sido diseñado para exaltar los sentidos, la combinación de la música con las acciones del clown llevan al espectador a conectar con la que escucha, sin mayor intención de seguir el camino se va abriendo, de ir descubriendo, a la par de Chula, el sentido de lo que desea.
Es de destacar las proyecciones, no sólo las mencionadas de instrumentos, sino la forma en que vemos como el agua llena el escenario, lo sumerge para que los peces se trasladen de un lado a otro. Y que decir de que nunca vemos en realidad a Alondra y su orquesta, sumida en la oscuridad, la cual sólo desaparece para que nuestras dos guías se conozcan, se transformen, se intercambien, la figura final de Alondra como una moderna Mary Poppins es una de las más bellas tendremos en mente por mucho tiempo.