Por: Alberto Barajas.
Detrás de la Guerra del Golfo y del 9-11 hay un personaje en la historia de la política estadounidense que hay que mencionar, aunque no les guste a muchos: DICK CHENEY.
Mucho se sabe que el puesto de Vicepresidente es un puesto «de chocolate», prácticamente no tiene ninguna función, sólo es mero adorno de la Casa Blanca; pero Dick Cheney hizo que eso cambiara mientras estuvo en esa vacante. Él inició prácticamente como un «IBM» del político Donald Rumsfeld, y ello hizo que aprendiera todas las tácticas sucias que se usan en la política; luego creció profesionalmente al grado de ser Secretario de la Defensa durante el mandato de George Bush (padre) durante la época de la Guerra del Golfo.
Se «alejó» de la política y fundó una empresa petrolera y ayudó a la invasión de Kuwait durante el tiempo de Clinton. Pero su gran poder se demostró cuando se perpetró el atentado del 9-11, Bush (hijo) al no saber qué hacer buscó refugio en «El Diablo», Dick Cheney, haciendo que George W. Bush se viera como un títere.
Adam McKay, director y escritor de la película, fue minucioso para darle vida a Cheney, explorando sus ironías y decisiones, además de su gran sobrepeso y problemas de salud que se desencadenaron debido al estrés que manejó durante su paso por la política.
La película goza de un humor negro y hasta sarcástico que por momentos llega a rayar en la risa «cruel», pero también hace que, para aquellos que no están muy informados sobre algunos hechos de la historia reciente de EUA, aquí disipa algunas dudas y explica con peras y manzanas muchas de las decisiones que cambiaron el rumbo de la historia de los Estados Unidos para siempre.
El trabajo de edición es increíble, ya que hace que la película tenga un ritmo dinámico y no caiga en el aburrimiento, la música también va muy de la mano con las secuencias, haciendo que mache bien a lo largo del film. Es una película divertida, entretenida y sobretodo inteligente.
Como dato curioso, la película tiene una escena post-créditos y déjenme decirles que es una gran escena, porque remata la película de una forma ingeniosa; además de que minutos antes de que finalice la cinta, el director de toma el lujo de romper la cuarta pared con un monólogo con el objetivo de decir: EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS.
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