Por: Saúl Arellano Montoro
A días del 84 aniversario del estreno de la primera versión de King Kong (1933) de los directores Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, llega a las pantallas de cine la re-interpretación de esa historia bajo el título de Kong: La Isla Calavera que no es sino el siguiente eslabón de una franquicia de películas bajo el rimbombante título de “Monsterverse” de Warner Bros. Pictures para llevarnos de la mano al enfrentamiento, en el 2019, del gigantesco gorila con el mundialmente conocido “rey de todos los monstruos” Godzilla.
Universo que arrancó con la no muy afortunada Godzilla (2014) del mediocre director Gareth Edwards (Rogue One) y que continuará expandiéndose con un par de películas más del gigante japones hasta llegar a su enemigo primate antes del 2020. Esto, como ya deben saber, en una muy esperada nueva versión de la película de 1962 King Kong vs Godzilla de Ishirô Honda.
Vayamos pues, a lo que nos compete.
OCULTO EN LA OBSCURIDAD
La película, desde la historia, tiene poco de la novela “El Corazón de la Obscuridad” de Joseph Conrad (una de las dos fuentes de inspiración de la versión de 1933) y mucho de “El Mundo Perdido” del escocés Arthur Conan Doyle; lo que se traduce en el resultado final de la película Kong: La Isla Calavera; entretenimiento al más puro estilo de una película de aventuras tradicional.
En esto, la película del director Jordan Vogt-Roberts no solo es honesta sino también atrevida al tratar de ir más allá de lo que conocemos como la “Mitología Kong” gracias a la historia de John Gatins quién adapta lo que ya sabemos de simio gigante para transformarlo en una actualización del concepto y poder empatarlo con lo que viene en el “monsterverse” de Warner.
Elimina de golpe la expedición para buscar a la “octava maravilla del mundo” así como el argumento primordial de “La bella y la bestia” que desata mucha de la furia de Kong contra sus captores. El choque de culturas es llevado al extremo en la figura de soldados que lucharon en Vietnam cuya sed de guerra y armas los llevan a irrumpir de forma por demás violenta un mundo que ya es naturalmente violento donde Kong es una especie de protector del ecosistema de la isla.
Como es natural, el grupo de humanos que llegan a la isla se divide, con lo que la historia permite abordar la aventura desde diferentes ángulos y darle el dinamismo que necesita para tener al espectador atento a lo que sucede en su reintegración como equipo. Además de permitirnos conocer a los enemigos naturales del llamado Rey de la isla y el entorno que habitan incluso los pocos humanos nativos en ella.
Los motivos personales de los protagonistas humanos nos son mostrados desde el principio y no hay sorpresa ni giro de tuerca, no es necesario en la historia por lo que las muertes de algunos de ellos tampoco afectan el argumento que sostiene la historia.
Historia que gira alrededor del verdadero protagonista de la película: Kong.
EL TAMAÑO SI IMPORTA… Y MUCHO.
La principal y natural diferencia de este Kong a los demás es el tamaño y que aún no logra la plenitud de altura al no ser un simio adulto aún.
Y es de suma importancia porque todo lo debe llevar al final del camino que es enfrentarse a Godzilla. Por eso es que en esta película lo primordial es enfrentar el ser humano con bestias gigantescas para dejar en claro que ellos no dominan esta parte del mundo. Visualmente la película no falla en cuanto a lo grandilocuente. Todo es monumental y acorde con los problemas a los que se enfrentan los humanos que no hacen sino sobrevivir al mundo del simio y escapar lo más rápido posible. No hay concesiones románticas con el personaje de la actriz Brie Larson así como con el supuesto némesis de Kong, el personaje interpretado por Samuel L. Jackson, cuya cruzada personal no es suficiente para amortiguar la intromisión a su reino.
Curiosamente, tanto el personaje de Samuel L. Jackson como el de John C. Reilly son los más identificables con el público debido a su perfil en la trama. Cosa que no sucede con la “estrella” de la película Tom Hiddleston cuyo personaje pudo ser interpretado por él o por cualquier otro y no habría diferencia alguna. Con lo que su aparición se reduce a la de un maniquí o adorno para atraer al público femenino y asegurar taquilla. Un personaje que de ser necesario para la trama paso a ser intrascendente en la historia. Incluso su participación es mínima al igual que sus diálogos y ni con las secuencias hechas especialmente para su lucimiento logra crear un personaje memorable y si muy común.

Brie Larson, Tom Hiddelston y el cineasta Jordan Vogt-Roberts estuvieron en México para la premier de la película.
La película se ubica al final de la guerra de Vietnam, lo que pudo ser un pretexto idóneo para explotar pero quedo reducido al simple uso de helicópteros en secuencias que nos recuerdan a cualquier película de Michael Bay o a Coppola con Apocalípsis Ahora (1979).
Lo mismo sucede con la música: Una gran banda sonora que es utilizada para cubrir las deficiencias narrativas del momento; siendo un distractor y no un apoyo argumental. Y no mencionamos el diseño de arte que por momentos nos hace olvidar que estamos en 1973 y no en el 2017.
EN RESUMEN
Luego de sobre-interpretar la película con lo anterior, la realidad es que es una muy entretenida película con el ritmo necesario y la majestuosidad de imágenes ideales para lograr su cometido: Entretener.
Kong luce majestuoso y brutal con las dimensiones que le fueron dadas en esta historia, las secuencias de acción cumplen con la emoción necesaria para el momento y el final-final (que hay escena post-créditos) no es sino el eslabón para lo que viene en estos años hasta el enfrentamiento final con Godzilla.
Y por si fuera poco, esta es una película hecha para disfrutarse en IMAX a plenitud. Es imperdible, aunque sea una vez, para verse en ese formato.