El rugido de Leo Jiménez en el Circo Volador

Por: Luis Rodríguez./Fotografías: German García

Leo Jiménez culminó su celebración de 20 años en el Circo Volador con un concierto de heavy metal durante dos horas y 18 temas de heavy metal con covers de Metallica, Judas Priest, Pantera y Monowar; además de temas clásicos de su repertorio personal,  así como de las bandas en donde estuvo: Saratoga y Stravaganzza.

L1Playeras negras, negra noche bajo la fuerza de la luna llena de plata, la emoción de tener a “la bestia” del heavy metal en tierra mestiza reunió a cientos. Contemporáneos embriagándose, padres y madres con sus hijos adolescentes, el heavy metal unió castas y rompió edades, todos fueron por la música,  por Leo Jiménez.

Pasadas las 20:00 horas inició Vientos de guerra, encendió las mentes y la grabación del concierto, el cual estará disponible para marzo del 2015, en donde se estrenará el nuevo disco junto con el DVD.

El  pack de DVD  y disco contendrá canciones inéditas donde se incluirán rarezas, demos, canciones en directo que nadie  ha escuchado, cosas ajenas a la gira, grabaciones anteriores y nuevas que el público no ha escuchado hasta el momento y que son importantes para la carrera de Leo Jiménez.

 “Buenas noches hermanos, ¿Saben una cosa? ¡Los queremos!”, arremetió con su voz impactada en alegría y fuerza, se daba por iniciado el concierto mientras portaba una playera con el símbolo del héroe de historieta Superman. “La bestia” despertó.8

Con los temas de su primer disco Animal Solitario, Leo Jiménez  cantó Bebe de él y Caminos de agua. Entonces brotó de su garganta: “Quiero verlos saltar”. Y el piso del Circo Volador se estremeció, la tierra se movió estrepitosamente, lo mejor fue dejarse llevar por la naturaleza del concierto.

5“Leo, Leo, Leo, Leo, Leo…” a una voz era el coro. A lo cual Jiménez dijo: “Vamos a dejarlo todo en el escenario por ustedes”. Los acordes dejaron escapar al Metal warrior, un tributo para la banda Monowar.  En medio de la canción se hizo presente la bandera de México, literal y metafóricamente.

La “metal-señal” brotó de las manos de la mayoría, la brutal fuerza de las masas poseída por la música de los dioses de la guitarra, ofrecían un espectáculo digno de la mitología. Domination, original del grupo Pantera, hizo que al final del tema se fueran a rellenar los vasos con cerveza.

Leo y su guitarra aparecieron, Desde niño se entonó y el sonido hizo callar las pláticas que intentaban interrumpir, el gruñido de “la bestia” asustaba a la soledad, al miedo y a la frustración, al menos lo realizó  durante 120 minutos netos.

La alineación fue: Edu Fernández en el bajo, Carlos Expósito en la batería, Rufo Cantero en la guitarra, Antonio Pino en segunda guitarra, y cientos de “metaleros de coraza”. “El heavy metal tiene mala fama, pero el ambiente de los conciertos es de respeto y es pacífico… mira, me la paso a gusto”, expresó una de las asistentes mientras sostenía su bebida.

Un ambiente familiar se forjó, niños sacudían su cabeza junto a sus hermanos, señoritas del metal subían a los hombros de centinelas con una fuerza de roca, la lluvia de aire entraba a los pulmones para poder emitir el canto de Misantropía. Infantes y adultos engalanaban el espectáculo.7

Justo cuando se ejecutaba el tributo para Metallica con Enter sandman,  un mensaje de texto interrumpió a algunos de los presentes, el display del celular se mostraba de mano a mano a aquellos que se encontraban atentos en la interpretación, la información que traía causó un coma junto con un desconcierto: “Identifican restos de normalista en basurero de Guerrero…”. Negativas en algunas cabezas se formaron.

Se hizo una pausa para un cambio de vestimenta. Mientras tanto un cantico conocido llego “Oe oe oe oe, Leo, Leo…”  y sumado con chiflidos y gritos de México reclamaban más música de “la bestia”. Después éste salió con una playera negra y comenzó a cantar el Cielito Lindo, enseguida la aglomeración enloqueció.

L2Para Ya no hay más canciones para ti e Impotencia Leo invito a Tony Mero para hacer coros pesados, una mezcla de poder y elegancia. Como un águila Tony Mero intentó alzar el vuelo con sus brazos, pero lo que logró fue elevar la fortaleza de las voces para cantar.

Se desbordó el escenario y comenzó a Volar, sin embargo había público que optó por sentarse en las gradas. Una fusión del calor del metal y el frio de la oscuridad que cubría a la ciudad de los palacios, alegró los corazones de cristal de todos los presentes, las voces brotaban como flores de fuego, la unión de los retoños y Leo hicieron vibrar cada neurona y fibra muscular.

 “¡Cómo en los viejos tiempos!”, concretó Leo antes de Volver. Un dulce olor a marihuana altero los olfatos, los ojos inquietos buscaban la fuente de tan suave aroma. La amenaza estaba presente: alguien no “rolaba” la yerba.

Para honrar los tiempos en que el cantante estuvo en  Stravaganzza, vocalizó Hijo de la luna. Litros de cervezas, agua en el viento y la espuma de la realidad se desbordaban a cada nota acústica. Después salió un momento de escena para volver con una camiseta negra.

Era momento de enaltecer a Saratoga con la dedicación de Si amaneciera. Decenas de lentes con cerebros artificiales grababan individualmente para la posteridad su fragmento de vida que les compartió “la bestia”, corazón de Leo. 2

Painkiller, de Judas Priest, arrebataba ya las nocivas fuerzas de todos. El vuelo de algunos cuerpos, para ser desplazados en aquella densa neblina de personas, se balanceaban como barco a la deriva, eran cuerpos vagando en una sombra enorme.

Electricidad se transmitió en los entes por Resurrección  y las guitarras encantaron a los mortales, volts sobraban y faltaban más rolas. “Estamos en la recta final y hay que apretarse los cojones”, resumió  Jiménez.  Brincos y el vuelo de una cerveza se estamparon en centésimas de segundo, los estrobos cumplieron su objetivo: congelar el tiempo.

Leo finalizó con Tu destino y durante la ejecución rompió su camiseta y se escuchó el último grito del guerrero solitario, el contendiente del heavy metal: Leo Jiménez. “Gracias”, enseguida se desvaneció mientras lanzaba besos a sus fans.

Las guitarras callaron y la sombra gigante comenzó a desfragmentarse, sus pedazos deberían de ir a casa o a algún bar para seguir inyectándose música. El metro, autos y taxis arrebataron la unión de la sombra, nocturnal metal que con el paso de algunos meses se verá de nuevo en un disco DVD, que fue dirigido por Mario Ruiz. El golpeteo de la música continuo en las orejas, el león español dejo en cada parte del cerebro un zarpazo que seguirá por siempre.

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