Por: Renata Tarragona./Fotografías: Luz Rangel.

Yoshiki, líder de la legendaria agrupación de rock japonés y pionera del visual kei X-Japan, muestra su lado sensible en el Auditorio Blackberry con su Classical Tour.

La multitud afuera se hace oír: las voces de las personas que se acomodan en sus asientos luego de hacer fila en la lluvia, el cuchicheo de expectación. ¿Qué nos deparará el concierto de hoy? Ojalá sea inolvidable. De repente, resuenan gritos “¡Ex! ¡Ex! ¡Ex!”, comienza a fluir la adrenalina por mi cuerpo y me inquieto.

Sale al escenario el sexteto de cuerdas de bellas musas que acompañará al piano. Inmediatamente, comienzan a proyectar un video, las etapas de las dos facetas de Yoshiki: el rockero impetuoso y el músico solemne, ¡qué recuerdos! “El rock siempre ha estado a mi lado, pero la música clásica la llevo en los huesos”. Así es, ya es hora.

Mis pies pisan el escenario y los gritos no se hacen esperar, saludo a todos y me dirijo directo al piano, mi corazón late a prisa. Comienza la primera pieza: ‘Miracle’. Mis dedos danzan sobre las teclas, es como si cobraran vida propia y mi mente se fusiona con el sonido de las notas.

Vítores me hacen saber que el público reconoce la siguiente, ‘Forever Love’. Al finalizarla, me detengo un momento para hablar. “Buenas noches, ¿cómo están? Los amo”. Creo que mi pronunciación no es tan mala, o tal vez mis fans sólo me consienten con sus ánimos.

Así, continúo con el tema de ‘Golden Globe’; ‘Rosa’, en compañía de Katie, la musa cantante de hipnotizante voz; y ‘Anniversary’, que compuse para el emperador de Japón. A cada pausa que hago, me llenan de gritos de “¡Te amo!” desde diversos puntos del auditorio, procuran reiterarlo y río de nervios, pero les respondo con cariño “Yo también”. No hay nada como la reacción del público, entibia la noche y la hace amena.

En seguida del intermedio, mientras me cambio, el sexteto de violines, violas y violonchelo sale a interpretar ‘Amethyst’ y ‘El lago de los cisnes’, también muy aplaudidas. Las elegí bien. Me presento en el escenario para tocar ‘Hero’, tema de Los Caballeros del Zodíaco, nuevamente a lado de Katie.

Después de ‘I.V.’, me colocan la siguiente partitura y me dispongo a reproducirla cuidadosamente. “Canta y no llores, porque cantando se alegran, cielito lindo los corazones”, es contagioso el entusiasmo del público. Confieso: “es la primera vez que la toco”. Una chica se levanta de su asiento y viene hacia mí con una rosa que acepto con gusto.

Hide y Taiji, mis queridos amigos, permanecen conmigo. Esta noche no es la excepción, en especial por la cercanía de su aniversario luctuoso. A ellos y a mi padre, tan importantes en mi vida, les dedico ‘Without You’. Mi cuerpo se estremece, mis manos titubean y, entre lágrimas, prosigo con ‘Kurenai’. Mis oídos alcanzan a distinguir sollozos de los fans en la emotividad del memorial.

Mis manos se alejan del piano y me seco el rostro. El sexteto prolonga su actuación y me da tiempo de respirar, de calmarme. Ya que me repongo, grabo en el teclado la pista de ‘Art of Live’ y mis dedos vuelven a lo suyo. Al finalizar, anuncio la última canción. “¿Quieren que vuelva? Prometo volver con X-Japan como hace tres años. Nunca nos imaginamos tener tantos fans en México. ¡Gracias!”.

‘Endless Rain’, el tema cúspide es coreado por todos desde sus asientos y alzan sus brazos en equis con corazones naranjas y amarillos en las manos. “Endless rain, fall on my heart kokoro no kizu ni, let me forget all of the hate, all of the sadness”. Ovaciones de pie me producen una gran sonrisa. Pido aplausos para mis musas y nos retiramos.

Nadie se espera mi retorno al otro lado de la valla. Los fans corren hacia mí, me dan regalos y me cubren de flashes. Subo al escenario con la bandera de México. “Volveré pronto. ¡Muchas gracias!”. La euforia es tal que grito con todas mis fuerzas: “¡We are…!”, “¡Ex!”, me responden. “¡We are…!”, “¡Ex!”, “¡We are…!”, “¡Ex!”. Gracias a todos.