Por: Cristhian Chavero López

Nuestra civilización occidentalizada, tecnificada y globalizada requiere una alta capacitación para ser funcional. Para que operen las máquinas, se distribuyan los insumos, se gestionen las entradas y salidas, para que exista seguridad, se respeten los derechos y las ciudades no colapsen necesitamos que muchos de los trabajadores sepan por lo menos leer, hacer operaciones matemáticas y comprendan la organización de donde laboran.

Hoy, más que en el pasado, hace falta una educación integral y larga que dé por resultado un ciudadano que pueda elegir y resolver la complejidad de la vida. Pero no es así, por lo menos en México.

Se dice que la mejor inversión que puede hacer un país es la educación, es decir, gastar en que los habitantes sepan más, que estén calificados y certificados con grados académicos.

En este país, un día después de las elecciones Emilio Chuayffet Chemor, secretario de la SEP, anunció que la evaluación a profesores va, “llueva o truene”, es decir, quieran los profesores o no. Pareciera que la discusión nacional girara en torno a si habrá marchas o no, si tienen derecho los manifestantes a bloquear las avenidas o no, si deben defender sus derechos en el DF o en sus distintos estados.

Pero esa discusión es superficial, el tema es si seguirán las leyes neoliberales, que insisten en llamar reformas o si podrán pararlas sus opositores y eventualmente darles vuelta. El tema es que hay dos modelos de administración de los recursos estatales en pugna, dos políticas encontradas y que trascienden a México. Se trata de lo que llamamos neoliberalismo y estado benefactor.

El neoliberalismo consiste más o menos en la acumulación de los modos de producción en unas cuantas manos, estos dueños producen mucho más a menor costo, eventualmente su enriquecimiento hace que ellos hagan nuevas inversiones y por tanto generen empleos y derrama económica al invertir en naciones donde no hay capital.

Esto significa que se debe poner en sus manos los bienes públicos, pues el mercado suele tener un límite, por eso es que bienes como el agua, la electricidad, la salud, la educación, el aire, el gas, la seguridad pública, el entretenimiento e incluso la fe, pueden ser susceptibles de ser privatizados, “modernizados” dirían sus defensores.

Mientras que el estado benefactor es un modelo desarrollado a partir de las teorías del economista John Maynard Keynes, que más o menos trata de repartir los bienes o la riqueza entre las masas para prevenir dos cosas, que se repitiera la crisis económica de 1929 y que no se propagaran las revoluciones socialistas.

Cuando en México de aplicaron estas políticas keynesianas y las socialistas de Lázaro Cárdenas se hicieron posibles el seguro social, la jubilación, los vales de despensa, el aguinaldo, las guarderías para trabadoras, centros de salud, alfabetización a nivel nacional. Y quien se encargaba de esa inversión era el estado mexicano.

Más allá de la propaganda en uno u otro sentido, esto es un choque entre nuevas y viejas ideas. Los simpatizantes del neoliberalismo dirán que el estado benefactor es socialismo, que eso ya está “out”; pero a veces ignoran que su neoliberalismo está fundamentado en el liberalismo de los siglos XVI y XVII, que en los ochenta la escuela de Chicago retoma esas posturas para sustituir al keynesianismo, pero que no es una novedad, sino la ruptura de un paradigma, de un tabú, que dice con horror, que “no se puede privatizar lo básico”.

Sobre las marchas ya opiné en anteriores entregas de la Pesada Realidad, pero hacía falta otra entrega sobre el tema.

Ellos, los dueños del dinero nos demuestran que sí se pueden romper los tabús, sea bueno el resultado o no. Es decir, ya se pudo meter la iniciativa privada al negocio de explotar los bienes de subsuelo (gas, agua, petróleo), los del aire (televisión, radio), ya es legal impartir educación religiosa en las escuelas (privadas) y pronto tendremos algunas adherencias más.

La OCDE recomienda que los profesores sean reorganizados y evaluados, removiendo así las viejas estructuras gremiales que estorban al libre mercado, cambiando los dueños del balón, de Elba Esther Gordillo como representante de los gremios corrompidos hacia los nuevos dueños o financiadores de la educación (Mexicanos Primero), haciendo a un lado a los que luchan y no tienen prácticas tan antidemocráticas, los maestros que hacen marchas (vea documento).

Si quieren ver más sobre Mexicanos Primero, autores de “De Panzazo” y los maestros les dejo este artículo de La Jornada.

En mi opinión es una farsa llamar reforma educativa a estas leyes porque no abordan de fondo un cambio con progreso, sólo una nueva administración y fuente de los recursos. Porque no toca la formación de los profesores, no cambia los contenidos académicos, no facilita o promueve la integración escolar, la inclusión y la accesibilidad, (inclusión: que sea para todos independientemente de sus recursos y circunstancias; accesibilidad: que sea apta para las personas de capacidades diferentes). Miren cómo lo hacen los que van adelante en educación.

Hay que tomar en cuenta que quienes promueven estos cambios desde antes, no son los del PRI, Peña sólo obedece lo que le dice la OCDE, es decir el Fondo Monetario Internacional. En realidad es Mexicanos Primero (Banamex, Consejo Comunicador de la Empresas, entre otros) quienes promueven estos cambios, ¿será por puro altruismo? Yo pienso que no.

Luego de las huelgas del IPN, UNAM, UAM, UACM y de los maestros pareciera que esta (marchas) es una de muchas batallas, entre dos modelos, con actores que no siempre están conscientes del papel que juegan. Para que vean que no sólo reparto discursos incendiarios les dejo un ejemplo de ambas posturas, por si gustan firmar a favor de la evaluación de los profesores de primaria.

También les dejo un video sobre la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, la de Ayotzinapa.

Puede no que no te parezca importante la educación, puedes seguir esta moral individualizante y sumamente egoísta que implica que cualquier involucramiento con una causa es denigrante y sinónimo de haber sido engañado por alguien, un ser “oscuro” que en realidad “está detrás de todo esto”. Mejor involúcrate, infórmate, toma una postura y por lo menos opina al respecto con quienes te rodean, porque la mayoría opina sin saber algo. La educación, la enseñanza aprendizaje es más que tomar instrucción para saber hacer algo, es más bien hacer la vida y crecerla, es tan importante y tan minimizada porque requiere un compromiso caro, que los estados se niegan a hacer (ver link).

No es una pugna entre los heroicos chairos que amaron a sus profesores de primaria en contra de los adoradores de Hitler que odian a los activistas y a las marchas; eso es propaganda. Es el duelo de dos posturas con claras implicaciones en tu futuro. Así es la realidad, por eso nos traga la cotidianeidad, porque no sabemos algo, porque hacemos malas primarias, malas formaciones y algunas excepciones, que desembocan en millones abejas obreras egoístas e indolentes, pero asustadas, así es la pesada realidad.