Por: José M. Viniegra

Cardumen Teatro presentará esta obra en el Centro Cultural Helénico. Durante 11 domingos más, Destiny estará en el foro La Gruta. “El chiste de un mal cómico” nos llevará por caminos oníricos y alternos a la realidad.

La obra versa, básicamente, sobre una relación afectiva entre hermanos; una que no puede ser. Él, médico deseoso de ser actor de teatro, monta para ella una obra; la misma que el espectador verá. La obra es una metáfora que él lleva a la actuación para dejarle saber a ella que se irá, que la dejará y que con el tiempo olvidará su rostro, su voz y su vida juntos, así como su propio pasado y un evento trágico reciente: uno de sus pacientes acaba de fallecer en manos suyas por cuestiones de complicación médica y no por negligencia. Sin embargo, todo apunta a que la depresión y la culpa lo tomarán poseso y le llevarán a decidirse por la huida.

La obra se mueve entre dos mundos: uno es la obra que los espectadores vemos y el otro es la obra dentro de la obra. Un caballo, el viento ululando y personajes sui géneris como títeres, se recrean en, y ambientan de principio a fin, el foro. La convivencia se da entre el médico y su caballo moribundo; Holda y Molda, unas siamesas contrariadas la mayor parte del tiempo; un enano que lee las tripas de caballos muertos y un actor de altura que también, como los otros, es títere.

La obra está enriquecida por su alto contenido de metáforas, de artilugios o artefactos propios de la escenografía y por las “marionetas” que son manipuladas, claro está, por actores. La música es genial, los efectos suficientes y las voces convincentes para atraparnos en seres inanimados que sin embargo, en el escenario dentro del escenario toman vida. Sin embargo, he aquí una situación de la que me veo impelido a hablar, y es que he visto una cantidad de obras teatrales que siento apropiada para diferenciar algunos aspectos bajo criterio propio y que tienen que ver con la teatralidad misma; algunas obras las he presenciado en el Centro Cultural Helénico y en su foro, La Gruta. Algunas me han cautivado. Pero la situación es la siguiente:

La obra inicia sin preámbulo notorio dentro de la metáfora, si me permiten llamarla así (o la obra dentro de la obra), y eso nos mete sin cierta apertura que creo necesario puntualizar con fuerza dentro del guión. El actor principal y el caballo son personajes grandes y se dejan sentir fuertemente en un espacio reducido. Luego, cuando aparecen los títeres, el ojo de nuestra percepción tiene que centrarse en un espacio más reducidos y por ello una diferente experiencia que tal vez, sólo un poco, rompe ritmo visual. Luego, sólo al final entendemos la idea principal. Puedo pensar que peco de desconocer el ambiente teatral o literario, o que fue un giro de 180° justo y necesario en toda obra buena el que vimos; pero como he dicho, es mi percepción. El actor principal, tal vez, puede intentar ser menos plano: convencernos más.

Entre algunas actividades que hago con cierta frecuencia está ir al teatro; entre otras, que llevo más tiempo haciendo, está el hecho de que leo y he escrito un poco de narrativa. Por eso digo: ¿qué pasó esta vez? Bueno; a riesgo de equivocarme y tal vez de la peor forma, pero de momento tratando de ayudar con una leve crítica como espectador, diré que algunos “elementos” están faltando en el transcurso de la obra. Como si hubieran eliminado sin desearlo algunas partes. Desconozco si fue al dirigir la obra, al adaptarla u otra cuestión que se me escapa. Y es que incluso dentro de la obra misma se menciona (y no veo el por qué de que sea necesario si la construcción total fuera buena) que los espectadores seguramente no habíamos entendido la obra.

Pero en efecto, es entretenida y nos hace reír e incluso sentir incluso por momentos un poco de angustia. Y no debiera usted guiarse por mi comentario personal. Júzgue usted mismo(a). Destiny o el Chiste de un Mal Cómico, estará presentándose todos los domingos a las 18:00 hrs. en el foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, en Av. Revolución 1500, Col. Guadalupe Inn, Del. Álvaro Obregón, D.F. México, hasta el 16 de agoto de 2015. Dura 90 minutos y tiene un costo de $180.