Por: Enrique Guerrero
La más reciente película de Roman Polanski llega a las salas mexicanas, con un thriller psicológico muy claustrofóbico que deja helado al espectador.
Basado en el libro de Delphine de Vigan, Polanski filma “Basada en hechos reales”, la historia de Delphine (Emmanuelle Seigner), una afamada escritora que logró un Best Seller con una novela basada en su madre, por lo cual comienza a recibir cartas de amenazas y acusaciones de haber expuesto la vida personal de su familia, con lo cual, Delphine comienza a sentirse más vulnerable, mientras que, conoce a una mujer llamada Elle (Eva Green), la cual se convertirá en su amiga, confidente, y cada vez Elle se irá adentrando más y más en la vida de Delphine.
La cinta presenta en primera instancia una trama sobre la soledad y el proceso creativo
(o la falta de este), pero lo narra a través de temas como la obsesión y el fanatismo, en este thriller psicológico que llega a tener niveles claustrofóbicos, y de un buen manejo del suspenso.
Polanski de nueva cuenta presenta una historia con personajes atormentados, pero que de alguna manera aceptan sus demonios, aunque estos los torturen por distintos lados, además que la historia es llevada de una forma que no se puede diferenciar cuales de estos demonios son metafóricos, imaginados y cuales son reales, materiales.

La dupla protagónica es excepcional, en primer lugar, Emmanuelle Seigner, quien ha trabajado en varias de las películas de Polanski, su marido, desde “Frantic”, pasando por “Bitter moon”, “The ninth gate”, o su filme anterior del director, “Venus in furs”. Seigner ofrece una interpretación neutra, no tan expresiva, en general, pero que logra proyectar todos los conflictos emocionales que su personaje tiene y padece.
Por su parte, Eva Green hace de Elle un personaje redondo, con estilo, con carácter, con
una presencia omnipresente y misteriosa a la vez, es un personaje con el cual directamente conectas, pero te genera conflicto en otros momentos, Elle crea la tensión en el espectador, pues este espera que la situación estalla en la menor provocación.
Finalmente, siempre es maravilloso ver el París intelectual del presente, sin pretensiones de ello, una ciudad viva, ciudad nocturna, y muy moderna; las locaciones tienen esa belleza cotidiana, bien fotografiadas e iluminadas que son una postal para el público, y no solo lo urbano, hay secuencias en una villa francesa que de igual forma es de lo más espectacular.