Por: José M. Viniegra
Nuevamente, un clásico que algunos padres estaban esperando ver con sus hijos: pinocho, llega a la pantalla grande. La historia de Pinocho como la conocemos, está en la pantalla cinematográfica de vuelta, con los mismos valores a enseñar a las nuevas generaciones. El muñeco de madera que sueña con ser un niño de verdad, nos lleva por parajes interesantes a lo largo de la historia.
Papás: si están interesados en que sus hijos retomen algunos de los valores que existen, como la honestidad, lealtad, honradez, etc., deben llevarlos a ver Pinocho; un filme que tiene el fin de educar no sólo moralidad en los niños, sino en volverlos más alerta.
Como la conocida película de nuestra infancia, ésta toma los mismos pasos y el mismo desenlace; no obstante, el nuevo Pinocho es animado por computadora, mientras que los actores y parajes son, todos ellos -el resto-, reales. Por lo demás, sólo el niño de madera que sueña ser algún día de carne y hueso, y su conciencia, un grillo que da consejos, son digitales, sin por ello ser menos atractiva la idea general.
Sin embargo, con todas las buenas cualidades que tiene el cuento original, mismo que a lo largo de la trama se desarrolla en esta película, algunos aspectos a resaltar son importantes:
Aquél pequeño grillo que es la conciencia de Pinocho, originalmente llamado Pepegrillo, ahora es chica, y no es Pepa grilla: su nombre es Coco (tal vez, aludiendo a Coco Chanel -ya que ella habla de su buen gusto y apariencia- o a “echarle coco” a las cosas, pensarlas muy bien antes de actuar); también, los parajes que se ven a lo largo de este filme son, en realidad, muy bellos: por momentos nos recuerdan aquellos pueblos que hemos visitado en la infancia o sitios al otro lado del continente, como Alemania o España; la historia, que en su modo original es un cuento breve, ahora se alarga para llenar más de sesenta minutos de duración, resultando, acaso a los adultos, en un cierto tedio -así que hay que llevar muchas palomitas y refresco para amenizar
la tarde; parte del mensaje es un poco contradictorio, pues a Pinocho le crece la nariz al decir mentiras -eso lo sabemos bien-, pero llega el momento en que mentir resulta muy conveniente para poder salir de la ballena que se lo traga a él, a su padre y al can, dejando la idea abierta de que mentir podría resultar en algo bueno; la ballena que se sumerge en las aguas marinas es la misma toma en cada ocasión; los efectos especiales del hada son computarizados también y nos recuerdan por momentos los cuentos infantiles dramatizados para la televisión, además de que en la película animada del Sr. Walt D., el hada habla: aquí no.
Pero, retornando a lo que más importa a los padres, el cuento se basa en el original, las actuaciones son buenas y los valores quedan muy bien asentados.
Así que, papás, no duden en que es de importancia que los niños puedan ver este filme que sirve de apoyo no sólo didáctico, sino moral y ético para las generaciones que vienen. Más vale que se grabe ahora un buen ejemplo, incluso a través de una película, que hacernos de la vista gorda y relegar toda la responsabilidad a la sociedad de hoy.
La cinta se estrena en salas de México este jueves.