Por: José M. Viniegra
El tema es fuerte. La película, espectacular. Las actuaciones y dirección, dignas del mejor premio de cine.
El tema tan debatido en últimos tiempos, con vistas a ser una realidad, de la eutanasia o muerte asistida no deja de estar no sólo de boca en boca, sino de pantalla en pantalla. Vimos un poco de ello con la película que nos habló de Ramón Sampedro en 2004; ahora vemos una versión más cercana a la media de la población mundial. El asunto que sirve de plataforma para lanzar el disparo de salida es la senectud, la enfermedad terminal. Así, se extiende por antonomasia a las diferentes situaciones en que la persona está en un punto de no regreso, de absoluta negación de la mejora de la salud y en un camino directo al sufrimiento, antes que al de la muerte.
Si la muerte fuera un pan, seguramente todos estaríamos felices de ahogarnos con éste. Pero la muerte es siempre un proceso durísimo, un golpe bajo a cualquier realidad preconcebida, una pequeña niña bastarda. Y la película logra su cometido: adentrarnos en las cavidades de nuestro laberinto ideático mental para empezar a discernir la posible validez de la eutanasia como mecanismo de defensa ante el dolor denigrante y apabullante que, seamos francos, jamás sufren más los que se quedan como los que se despiden.
La Fiesta de Despedida, fue ganadora de la Espiga de Oro en el Festival de Valladolid de 2014. Supone ser una comedia israelí, pero en verdad puedo anteponer que es más trágica de lo que aparenta ser. Es bien cierto que hay momentos de risa, sí; ¿quién no ha hecho bromas con la muerte? No obstante, lleva mucho de cine de arte, incluyendo unos breves episodios de musicalización al estilo judío (o israelí) con una melodía en actuación superpuesta a la trama principal, muy melancólica y excelsa, así como un recrudecido realismo en las actuaciones de los momentos de difícil decisión sobre el porvenir de quien ya no tiene más uno.
Osamos llamar, durante la muestra de prensa, “el escuadrón de la muerte” a estos cuatro viejitos que han desarrollado tan peculiar maquina en que el enfermo oprime el botón que lo llevará a través de las aguas de la muerte hacia la otra orilla. Una dosis letal de anestesia y sodio detendrán en cosa de segundos el corazón. La decisión está en sus manos. Las grabaciones legales pertinentes se hacen, aunque al ser puros ancianos en etapa terminal, no representan sospecha de asesinato para la policía.
Durante la película te estarás preguntando muchas cuestiones: ¿Quiero morir naturalmente o asistido? ¿Será mucho el dolor de quien está enfermo a muerte? ¿Aceptar la eutanasia es aceptar la crueldad del asesinato? ¿Llevaría conmigo la carga moral de haber terminado con la vida de alguien? ¿Es más digna la eutanasia que morir de causas “naturales”? Estas dudas las debes responder viendo la cinta que en México se entrena este 9 de octubre. Asiste a verla; película ganadora de más de 9 premios.