CROSSOVER: Delirios freak!

Por: Jesús Chavarría(@jchavarria_cine)

CHAVARRÍA-COLUMNALos superpoderes estaban en ciernes y por lo general solo en la mente. Consistían en dar rienda suelta a la emoción, delimitada por la dosis de aventura correspondiente y entregada cada domingo, por un afable hombre que montado en su bicicleta, repartía heroicamente, de casa en casa, periódicos revistas e historietas.

El Sorprendente Hombre Araña era el indispensable. La imaginación volaba entre las viñetas, se revitalizaba en la tv –austera y sin control remoto-, con clásicos como Batman –el del 69- y Green Hornet, y explotaba en la pantalla grande, sobre todo en la sala de cine del sindicato al que pertenecía mi padre, y que proyectaba de manera gratuita, películas ya de por sí viejas para aquel tiempo –las primeras que recuerdo haber visto en mi vida- como El botín de los valientes o El Maratón de la muerte.

El tiempo pasó y los VHS -con Exterminadores futuristas y bichos que se reproducían con el agua-, se volvieron el arma predilecta para enfrentar las tardes. Luego las cosas se complicaron, los ahora ya denominados como cómics –el término “historieta” paso de moda- de licencia, dejaron de publicarse casi por completo en México. Afortunadamente –o mas o menos-, la magia de las tiendas especializadas hizo su aparición, rincones freakys en donde deambulaban raras criaturas, algunas alardeando –a veces hasta el fastidio- de sus conocimientos sobre el mundo de las viñetas. Pero todo era nuevamente coartado por los alcances de súper poderes a medias, en específico ese que caracteriza a tipos como Batman o Iron Man, el del dinero. Ir al cine de forma continua, era una misión complicada, lo mismo adquirir DVDs y Blu-ray. Hubo entonces que desarrollar otras habilidades, recortar pases 2 x 1 de donde se pudiera y cambiarles en taquilla –aunque a veces te vieran feito por ser pobretón-, además de participar en trivias para ganar ediciones especiales de las películas y así iniciar una pequeña y deseada colección.

Mientras, de forma paralela y guardando la identidad secreta, pues aun los aficionados a los cómics eran vistos como tipos raros e inmaduros –que algo hay de eso-, había que lidiar con la escuela, las chicas y la vida cotidiana, como cualquier superhéroe que se precie de serlo. Después de librar algunas batallas, sobre todo internas, surgieron los espacios y a través de las letras, todo esto se volvió un trabajo, mi trabajo.

Hoy a la distancia, me doy cuenta de que a pesar de todo, uno no es sino un maldito afortunado, hacer de lo que mas disfrutas, tu forma de vida, no es cualquier cosa. Lo cual además, me ha dado el mayor superpoder de todos, el de compartir esta aventura por mundos extraordinarios, con todo aquel que quiera leerme y escucharme, de acompañarle y hacer explotar su imaginación a otros niveles, como a mi me sucediera alguna vez. Algo que ahora tengo oportunidad de refrendar aquí.

Quizás la única duda que aún surge, es sobre si seguir del lado del bienhechor, mas cuando llegan ciertas adaptaciones de cómics al cine –dígase Fantastic Four-, dan ganas de cruzar la línea, volverse un supervillano y empezar a “Deshacer el mundo”.

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