LA PESADA REALIDAD: Generalizar, juzgarlos a todos

Por: Cristhian Chavero López

CHAVEROTodo el tiempo tendemos a generalizar, si vemos dos perros en la calle solemos decir que la ciudad está llena de perros, igual si nos llaman la atención por llegar tarde. Inferimos que todos los hombres y mujeres son iguales, que los jefes son cagantes, que la economía nacional es un desastre si no conseguimos trabajo. (Sí es un desastre, 50 millones de pobres, son un desastre).

Raramente buscamos los datos duros y nos cercioramos si nuestro argumento tiene cabida o no. Tendemos a decir cosas como que todos los chinos se ven iguales, que todos los negros son atléticos, que los judíos son avaros y maquiavélicos.COLUMNAS (1)

Esas generalizaciones ofenden, por ejemplo al pensar que los gallegos son estúpidos o que los argentinos son arrogantes, así como cuando se dice en otras naciones que los mexicanos somos flojos.

Estas generalizaciones se pueden relacionar con el hecho de que nuestra conciencia es selectiva, es decir que de entre los millones de estímulos visuales, olfativos, táctiles, gustativos o auditivos, discriminamos la mayoría y nos quedamos con, apenas, algunos.

COLUMNAS (2)Asimismo, con las ideas, a veces nos parece que no hay otra verdad que la pensada, concluida y que es consensuada en nuestros círculos sociales. Por eso es que hay quien piensa que Peña “está sacando adelante al país, sólo que los pesimistas, ya no saben qué inventar” o que “Únicamente AMLO es la respuesta a México ante el entreguismo de la mafia en el poder”, incluso que “Fox fue un visionario incomprendido, un demócrata”.

Así, podríamos escribir un millón de ejemplos un tanto creíbles, pero cada vez más delirantes o rasposos, como las aseveraciones relacionadas con la existencia o no dela virgen, la idolatría o no unos creyentes frente a otros.

Sin embargo, raramente la gente se manifiesta abiertamente por una postura para sí misma. Tal vez, únicamente el futbol sea de las pocas identidades y pasiones en las que las mayorías de cualquier estrato económico y educativo se diga con todo descaro soy: águila, chiva, puma, tigre, diablo, jaguar o la mascota del equipo que sea.COLUMNAS (4)

Además de la generalización sin corroborar de los datos y la predisposición de los círculos sociales, también está la mala fe y xenofobia con que solemos opinar de otros. Por ejemplo los conservadores frente a los chairos, peñabots vs pejezombies, fresas contra gruesos.

Las palabras para definir al opositor y las palabras o interpretaciones que les atribuimos pueden ser cada vez más exageradas e injuriantes. Es una pena, la filósofa y escritora Ikram Antaki (de origen sirio y nacionalizada mexicana) se quejaba amargamente de que en México no se podían discutir ideas, siempre caíamos en los apasionados debates en los que los argumentos estaban centrados en las personas y en el mejor de los casos en hechos recientes, pero no en las ideas.

artworks-000018197845-h4gk3j-t500x500Es decir, que ante un debate la crítica está en si la persona tiene carácter o no. Si esa es la discusión ante la disposición del destino público de los presupuestos y las leyes, pues estamos jodidos. Pienso que Ikram no tenía razón del todo, pero sigo discutiéndolo conmigo ante los hechos.

Así como se generaliza sobre la sociedad y muchos piensan que toda simpatía por el libre mercado es signo de retardo mental y egoísmo obsesivo, también se generaliza en lo personal, cotidiano e inmediato. Por eso el eterno prejuicio sobre la emocionalidad de las mujeres y la insensibilidad de los hombres; esto es más complejo que decir que los hombres también lloramos y las mujeres también son resueltas. Lo que sucede es que cada individuo es único y manifiesta ligeras diferencias con cada persona con la que se compenetra profundamente.

¿Y a dónde nos lleva esto? Pues a que cada que repetimos que todos los maestros son unos vándalos, que todos los políticos son iguales, que los hombres siempre son infieles, que todas las mujeres son interesadas, que todos los izquierdistas son unos chairos, que todos los que están en el PAN son unos mochos retrógradas, que todos los sindicalizados son huevones y nos roban, que todos los policías son ladrones, estamos reproduciendo la cultura que nos segrega y no permite la colaboración social.

Esa auto segregación nos hace no asistir a una marcha con una causa que nos identifica, es la razón por la que no queremos participar de una beca que nos corresponde porque desaprobamos al servidor público en turno; es el motivo por el que hacemos caras cuando ponen música que no conocemos (aunque repitamos una y otra vez que escuchamos de todo, cuando sólo sabemos como tres géneros y todos de moda) y nos burlamos de los otros por pensarlos raros, ignorantes y nacos.

No a toda la gente que le gusta bailar música de banda simpatiza con el narcotráfico, además la música de banda tiene como siglo y medio, es propio de todo el pacífico mexicano y hay varios estilos, no nada más el que ponen en la televisión y estaciones de radio.1294842195507_f

Es lo mismo que pensar que todos los roqueros son drogadictos. Además se hacen cadenas de lógica muy pobre: todos los bailarines son putos y todos los putos sidosos, entonces este chavo que baila en otros lugares que no sean fiestas seguro tiene sida; otro ejemplo, todas las mujeres son pendejas y como ésta que tengo enfrente es mujer, la puedo hacer pendeja y pasarme de listo. Uno más: “todos los niños son esponjitas que deberían entender a la primera y si no pues un madrazo porque me quiere llevar la contra y eso no es nada comparado con lo que me hacían a mí”.

Hay que escucharnos con más autocrítica, porque todo el tiempo escupimos babosadas con las que no estamos de acuerdo. O peor aún, escupimos mierda de la que nos enorgullecemos sabiendo que es una idea errónea.

¿Cuántas veces no has sido señalado por unos cuántos y generalizaste en esos individuos a toda la sociedad? Que abusaran de ti no significa que todo el mundo te debe algo, esa es la pesada realidad, no estamos dañados por causa de todo el mundo, todos los seres humanos, fuimos marcados por personas con nombre y apellido, en circunstancias muy específicas, con tiempos definidos. Ominosos hechos que nos hacen pensar en una muy pesada realidad.

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