Por: Luis Rodríguez/Fotografías: José Jorge Carreón (OCESA)

Los Caligaris hicieron disfrutar a su público mexicano ayer en el Pepsi Center en donde presentaron “CIRCOLOGÍA”, además de sus temas clásicos que han consolidado tras 18 años de carrera musical.

A las afueras de la “carpa” del Pepsi Center, los perfectos vendedores ambulantes obsequiaban a cambio de algunas monedas una playera, alguna peluca multicolor, pulseras bordadas o narices mágicas luminosas para estar acoplado a la fiesta.

El pre-verano se consumía a cada bocanada, cervezas del indígena se transportaban entre algunos mestizos y aquellas bebidas fueron compradas por los hijos del México moderno, los pálidos rostros se maquillaron de colores rojos, morados, azulados, amarrillos, todo dependía de la pigmentación.

La primera llamada fue preparada por la banda chilena Tomo como rey con temas “Borrachos”, “Arriba la pelota”, “No tomo más”, “Los que toman” y otros más. A pesar de la brevedad de su participación, supieron darle buena vibra a los presentes.

Los segundos en estar fueron La Pegatina, oriundos de Cataluña, con temas como “La vida es un carnaval”, “Lloverá y yo veré”, “Una mirada”, “Heridas de guerra” y otros éxitos dentro de su repertorio musical.

Después de todo La Pegatina ha estado en más de 20 países, así que en el Pepsi Center demostraron como animar al público y hacer gozar a muchos exigentes fanáticos de Los Caligaris. Sin embargo se movió esa masa a la par con la banda española.

Al salir ésta banda, la cantaleta de “Oe oe oe oe, Cali Garis” se corrió como el humo de los cigarrillos consumidos durante la clandestinidad de la oscuridad. Impaciencia sobraba y faltaban los amos del evento.

Labios rojos, cientos de parejas que se veían felices, emoción, gritos enclaustrados en esa bóveda musical, nuevas amistades reencontradas en el universo místico de la locura a la que llamamos música.

Chela tras chela, las que destrozan la capa semitransparente de realidad, matices y llamas volátiles estremecían la capacidad sensorial de los cientos de los “caligarimaniáticos”.

Un cañón detonaría la salida de los dementes payasos, los cuerpos de algunos inquietos se retorcían catatónicos de la inquietud.

Los globos de colores adornaron la visión y la función acababa de comenzar. Eran las 21:49 horas y las botellas volaron, rollos de papel higiénico y la aceleración fue acompañada por decenas de teléfonos que estorban. El bailongo detonó con «Todos locos».

Flores virtuales y el amor del público derramaron azúcar morena con el tema «Tus besos», alucines de romanticismo desprendidos de cuerpos. A la par fueron ejecutados “Entre vos y yo” y “Mis tres amores», la función se acopló con piruetas y alegría.

Con «Nadie es perfecto» dieron la presentación de “Circología”. De pronto una botarga sombreruda, marionetas y una foto que en directo mandaron a sus redes sociales los integrantes de Los Caligaris.

Para la siguiente canción, una acróbata aérea le dio performance a «Mejilla izquierda», con gran ejecución a diez metros de altura y a decenas de decibeles de amplitud se sincronizaron esos minutos.

Los niños, los jóvenes y los jóvenes contemporáneos desataron sus voces con «Luchemos por la causa», la falta de soluciones y el exceso de problemas fueron olvidados con baile y alcohol, la mezcla perfecta.

Para el tema «No estas» se dejaron algunos segundos libres a la mitad de la interpretación y así su público a capela se liberó y elevó los corazones al entonar la letra.

Vale y Martín en un acústico le dieron play a «Olvidar» y «Oasis»; de nuevo los terroristas celulares regresaron para robarse ese fragmento de tiempo y revivir el momento algún día en compañía de la melancolía.

Enseguida los músicos fueron a cambiarse y dejaron de fondo musical a Bronco y se escuchó “Mi amigo bronco”, “Zapatos de tacón” y “Sergio el bailador”; la mayoría al escuchar ovacionaban los temas del Gigante de América. A éste le falta su sinfónico ¿No creen?

Con vestuarios en tonos negros y blancos retornaron e interpretaron «El amor nunca pasa de moda”; y ante una «ceremonia religiosa», Raúl Sencillez se casó con una mexicana, todo un evento en donde Elissa aceptó a Raúl y viceversa, hasta la noche de bodas en la cama fue presenciada, toda una experiencia religiosa.

Un acto romántico único en los conciertos sucedió con la canción «Quereme así», los enamorados que no pudieron llevar a sus novias, esposas o amantes les llamaron y les dedicaron la rola en vivo. Así o más “Romantic style in da world”.

Raúl con guitarra en mano en acústico tocó «Elegante en un pesebre», pieza musical que permitió que llovieran estrellas y se enfriará la mega habitación. «Aunque no quiero» se decoró con luces en los trajes y sombreros de los integrantes del grupo argentino y le dieron el detalle alusivo emotividad.

Un sabor fuerte se necesitaba para poder reencender el baile, así que un trago de «Añejo W» fue el néctar inyectado a las materias grises. Ya encarrerados y calientes los músculos pues «Que corran», «Tyson» y «Eea» drenaban las fuerzas casi inagotables de la chaviza.

La fuerza de tracción de la fuerza de gravedad y sumado la fuerza de tracción del piso pegajoso del recinto eran insuficientes para que el despego de la audiencia fuera efectiva con «Razón».

La hora en que se debe ir a «planchar» orejas (o lo que se pueda) se asomaba, así que «Mi estanciera y yo», “Pero no puedo» y «Cada vez» anunciaban el inevitable final de fantasía. Sin embargo el gran cierre fue con «Kilómetros». Así el telón bajo y cada quien se fue para su congal.

Así es como la dulce música de Sudamérica nos alegra los corazones, eleva el espíritu a un grado más de semidioses, la vida puede girar como en la rueda de la fortuna mientras exista la música, todo puede estar en orden y en desorden a la vez: el equilibrio espiritual.

La próxima estación: Los Fabulosos Cadillacs. Mientras, ha ahorrar que el mundo se va a acabar, y si se va a acabar… vamos a tomar.