Por: José M. Viniegra
Escucho en estos momentos Trials of the Writer, el más reciente disco de Johnny Indovina. La sensación producida por melodías como: I Love the Way You See the World, Suitcase o So Many Beautiful Lies, no me cabe en el corazón; siento como se desborda. La ráfaga de emociones que acuden a mí conforme llegan los acordes y la cadencia que caracteriza esta producción, me envuelve progresivamente hasta crear para mí un mundo particularmente superior.
La música de Johnny se ha caracterizado siempre por tener en sus letras y sus armonías un tono melancólico, sombrío, pero también reconfortante. Es como si su música tuviera el don de abrir con suavidad las heridas que en uno siguen latentes, para curar en ellas ese algo que aún duele, cerrándolas nuevamente con la misma sutileza y una sensación renovada: alivio. Eso produce escuchar Trials of the Writer.
También son, en algún otro momento, una clara invitación a gozar de la individualidad que protagoniza nuestro dormitorio (o cualquier otra pieza de nuestro hogar); a charlar con la taza de café que se sostiene de nuestra mano, el
cigarro que en nuestros labios reposa o incluso el espíritu del vino que nos acompaña. Dicho en otras palabras, es la perfecta exhortación a disfrutar de la soledad: a repasar los acontecimientos del día, a estudiar en nuestra imaginación los sueños a futuro o –simplemente- perderse gustosamente en el transcurso de los minutos que son trastocados por las notas armónicas de este disco
Las letras de Trials of the Writer de Johnny Indovina son una reflexión constante, no sólo suya sino de todos los que las escuchamos, a la fragilidad y la vulnerabilidad de nuestra condición humana, tan constantemente llena de preguntas, de búsquedas y del deseo de saciar con respuestas aquello que a veces conviene mejor dejar de obstinarnos en descifrar: la vida. Es la introspección a la eterna premisa interna de que “solos venimos a este mundo; solos nos iremos”. Pero es también la fuerza que nos da el impulso diario para el amor (y el desamor), la esperanza o la pérdida de ella, los sueños alcanzados y que sin embargo parecen insuficientes. La lucha constante por mantenernos a flote en medio de la humanidad; nuestra causa y efecto.
El disco está compuesto por catorce temas; tres de ellos en colaboración con Ely Guerra. Temas como su casi
homólogo: The Writer, The Last Song y The Truth Inside a Lie, conforman la lista de tracks que podemos escuchar en esta producción que fue lanzada en mayo de 2014 y en México puesta a la venta bajo el sello discográfico: Prodisc. Es un trabajo que tenía tiempo de querer lanzar como solista Johnny y que, no obstante, como él mismo reconoce en una entrevista, es un trabajo conjunto con: Brian Stoltz, Marc Ford, Paul Allen, Michael Mallory y Peter Straub, quienes tienen una amplia trayectoria musical y con una mujer que considera muy bella y talentosa: Ely Guerra, quien ya lo conocía por su trayectoria con Human Drama. ¿Destino? Bueno; digamos tan sólo que “todo pasa por algo”.
En México Johnny, su trayecto con Human Drama y ahora su carrera como solista, es amado, literalmente, por quienes somos o nos consideramos sus seguidores. En perspectiva personal, siempre he nombrado a Johnny Indovina como Maestro cuando comparto algo de su música en las redes sociales o hablo de él; siempre me refiero a él como Maestro, pues la grandeza de sus letras, de su música, se su lucha a lo largo de su carrera, no le pide nada a ningún gran músico: el tiene eso y más. Sólo me resta decir: ¡Gracias, Johnny! ¡Gracias, maestro!