Por: Cristhian Chavero López

A la mayoría de los infantes del mundo seguramente les siguen enseñando que no roben, que no digan mentiras, eso les dicen, les repiten con la voz qué está mal. Pero las familias por acciones enseñan que al llegar el abonero uno puede negarse, que si nos prestan algo podemos conservarlo en resarcimiento de una ofensa pasada y olvidada, constamos que entre los miembros de la familia se golpean y maltratan.

Es tan común que se vuelve parte de la cultura, es una doble moral de la sociedad que acusa a las mujeres de putas por tener pareja y absuelve al hombre que se acuesta con varias, porque así se ve que no es homosexual.

Al convertirse en adultos esa doble moral se reproduce, la entendemos, la cobijamos y alentamos, ya sea por ejecutarla o permitirla. Esos aprendizajes nos hacen ver como normales o comunes los abusos, mentiras y fraudes que nos hacen en el trabajo, en la escuela, en el transporte público.

De nuestra realidad inmediata, escalamos en las esferas de poder y los resultados son los mismos, la plantilla de servidores públicos, está llena de niños mentirosos y egoístas que enseñan a sus hijos a mentir cuando llega alguien a cobrarles.

El problema de cada día es que los niños malcriados que administran el gobierno sí roban y sí mienten. Tal es el caso de dos noticias que generarán un cierto escándalo, pero que no trascenderán. Se trata de un fraude en el programa Cruzada contra el Hambre y la resolución de no castigar al PRI por comprar el voto en 2012.

En el caso de La Cruzada contra el Hambre, se descubrió que la Secretaría de Desarrollo Social, Sedesol, dio millones de pesos a dos universidades, la del Estado de México y la de Morelos, a la primera se le asignaron 157 y a la segunda 697; estos a su vez contrataron a empresas que a su vez contrataron a otras empresas para repartir despensas, gorras, globos y rifar reproductores de DVD. Información aquí

Hay que resaltar que para ese programa se escogieron los 400 municipios más pobres, pero no se atienden todas las dimensiones de la pobreza: vivienda, alimentación, vestido, educación, cultura, salud y dinero. Pero en lugar de atender todas o varias, de modo que se tengan elementos con lo cuáles se prevenga o retraiga la pobreza, se dan gorras, globos y reproductores de video.

Si no permitieron que se robaran el dinero, entonces en Sedesol son muy malos, pésimos administradores públicos, requetebrutos, muy pendejos.

La cereza del pastel de esta entrega de La pesada Realidad esta, hoy, viernes 20 de febrero de 2015, en las primeras horas, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación determinó que no hay compra del voto en el caso de las tarjetas Monex, que 66 millones de pesos que se gastaron demás durante la elección por parte del PRI fueron en gastos de estructura, que no hay por qué sospechar de un gasto extra, porque en este país todo puede ser legal.

Aplazaron varias veces esta reunión, ayer jueves del medio día pasó a las 7:30, junto con otras varias discusiones, se trató el caso Monex al final, sabiendo que la prensa podría no estar o que ya no sería noticia por la mañana, por tanto se difuminaría, por la madrugada se aplicaron en decir que le darán la mayor difusión, pero decidieron lo que todos ya sabíamos, que el Tribunal parece tener preferencia por el que ganó, igual que con Calderón y Fox, con Zedillo y Salinas. ¿Parece que ese tribunal contesta mal?

Para que tengan presentes sus nombres en las decisiones electorales de este año, los dejo esta lista:

• Alejandro Luna Ramos
• María del Carmen Alanis Figueroa
• Constancia Carrasco Daza
• Flavio Galván Rivera
• Manuel González Oropeza
• Salvador Olimpo Nava Gomar
• Pedro Esteban Penagos López

Es decir, que se puede robar (una elección), hablar mal (quedito y de madrugada) y mentir (comprar votos no es legal ni justo diga el tribunal lo que diga).

Televisa o Tv Azteca, el gobierno federal podrán decir en sus campañas moralizantes que robar o mentir está mal, pero ellos mienten y roban. Es mi labor persuadirlos de que lo dejen de hacer, porque efectivamente está mal y hace de la realidad, algo más pesado.