Por: Mónyka Sandoval.
«Lo que nos falta a los judíos y a los árabes es ponernos en la piel del otro. Y a usted no le viene mal deshacerse de unos cuántos prejuicios. Yo no intento convencerle de nada, sólo le cuento una historia que usted tendrá que encajar con otras historias.» (Pág. 389)
Querido lector, hoy dejaremos de lado la charla cinéfila para escribir sobre un libro que le quiero recomendar: Dispara, yo ya estoy muerto, de la escritora y periodista española Julia Navarro, quién se ha dedicado a escribir varios libros sobre la actualidad política.
Lo que parece ser una simple plática entre Mirian, asociada de una ONG que busca conocer la verdad sobre los asentamientos en Medio Oriente; y Ezequiel, un ex-soldado que combatió por la creación de Israel; será una plática que desenterrará la vida de los judíos perseguidos en Rusia y que los llevará a enlazar su vida con un pueblo totalmente ajeno a sus costumbre e ideas en Palestina.Si bien, concuerdo con muchas opiniones que dicen «es un libro pesado». Lo es. Vaya es bastante ambicioso querer abarcar la historia judía y palestina desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX. Sin embargo, discrepo. El libro, después de las primeras 100 cuartillas, es un relato ameno pero sobretodo esclarecedor sobre un tema en el que me declaro inculta: la historia de los judíos, sobretodo.
Con este libro me surgen dos preguntas de fondo: ¿Por qué la raza judía ha sido siempre perseguida? No creo que sea prudente decir que todos los judíos sean inocentes y tristemente, odio referir mi pregunta con la palabra «raza». Le prometo que seguiré acercándome a diversas fuentes para aclarar mi duda y cuando me sea posible, le escribiré mi respuesta.
La realidad no es más que el reflejo de las acciones de los hombres de manera que la realidad se puede cambiar. (Pág. 416)
Pero justamente lo anterior me lleva a mi segunda pregunta de fondo que descubre otras de mis tantas inquietudes: ¿Qué nos divide a los seres humanos realmente? ¿Quién nos inculcó que un ser es superior que otro sea por su raza, religión o territorio? ¿Por qué la palabra «compartir» es un verbo olvidado e incomprendido? ¿Quién delimita a quien? ¿Cuál es la verdadera razón por la que peleamos los unos con los otros?

Espero que al leer el libro le quede la curiosidad de hacerse estás preguntas, ya que, justamente son éstas las que al quedar sin respuesta han abierto las heridas más grandes que al final se han convertido en guerras estúpidas, sin grandes argumentos, que son capaces de enemistar a dos hermanos.
Algo que sí me gustaría compartir con usted, siendo algo que sinceramente le agradezco a la autora, es que es el primer libro que llega a mis manos y es notable la profesión primera de la autora, ya que si bien, he encontrado libros maravillosos que se dedican a la parte periodística (en cuanto a datos duros), también no ha faltado el periodista que se toma tan enserio la idea de hacer una novela, en la cual, las relaciones entre los personajes se vuelve excesivamente melosas y dramáticas. Sin embargo, Julia logra que este libro, en su amenidad, no caiga en empalagos y se dedica a narrar hechos. ¡Muchas gracias por eso, Julia!
Le prometo que no he revelado nada. Pero también le prometo que si es paciente con la autora y continúa la lectura se encontrará con un magnífico libro. Eso sí, permítase conmoverse y asombrarse con esta cautivadora narración.
Si hay que morir por la libertad, se muere y se muere con dignidad. (Pág. 700) Y la vida continuó. (Pág. 346)