Sí señor; Ronda machetera en el Lunario fusionando cumbia y hip-hop

Por: Angélica Camacho

El 18 de agosto, el Lunario del Auditorio Nacional se convirtió en un hervidero de sonidos y energía con la unión de Ronda Machetera; Pato Machete y la Ronda Bogotá, un grupo que, desde los 80, lleva en sus venas la cumbia regiomontana gracias al legado del maestro Celso Piña. A pocos días de cumplirse cinco años de su partida, la noche tuvo el peso de un tributo, de una celebración que parecía buscar a Piña en cada acorde.

La velada arrancó con la Cumbia Sampuesana y la Cumbia Cienaguera de Aniceto Molina, dos temas que hicieron que los cuerpos, casi de manera instintiva, se entregaran al ritmo. Desde ese momento, el Lunario se convirtió en un baile colectivo, una especie de ritual donde nadie se quedó fuera.

El siguiente paso fue la fusión entre el hip-hop crudo de Control Machete y la cumbia cargada de tradición de la Ronda. Andamos Armados fue un ejemplo claro de cómo estos dos mundos musicales, a primera vista tan distintos, se mezclaron para crear algo que resonó con una fuerza especial. La audiencia, que conocía bien ambos repertorios, no tardó en responder, bailando y cantando.

La noche tuvo también su momento tranquilo con Aunque no sea conmigo, un respiro melancólico entre tanto baile, que permitió a la audiencia detenerse y pensar en esos amores que, por alguna razón, quedaron en el pasado. Fue un instante de introspección que contrastó con la energía desenfrenada del resto del concierto.

Pero el descanso fue breve. La noche retomó su ritmo con Grin-gosano, un tema que llevó a muchos de los presentes de vuelta a sus años de juventud, a esa época donde Control Machete dominaba las calles. El calor ya era innegable; no solo por la falta de ventilación, sino porque el baile no paraba. Aquí, lo más sorprendente fue ver cómo la mayoría del público apenas sacaba sus celulares. No había necesidad de capturar cada momento; estaban todos demasiado inmersos en la música.

El tramo final estuvo cargado de cumbias que hicieron vibrar el lugar. Cumbia arenosa, Cumbia sobre el río y Cumbia reina, mientras en la pantalla aparecían figuras icónicas como Selena Quintanilla y Lila Downs. Fue un momento que no solo unió generaciones, sino que subrayó la importancia de la cumbia en la cultura popular.

Tras una despedida breve, Pato y la Ronda no tardaron en regresar ante la insistencia del público. Cerraron con Oye mi cumbia, Cumbia poder y, por supuesto, Me comprendes Mendes, la más esperada de la noche. Cumbia de La Paz y Macondo (original de Oscar Chávez), fueron el cierre perfecto para una noche que, más allá de la música, fue un encuentro entre pasado y presente, entre la nostalgia y el baile.

Uno de los momentos curiosos llegó cuando el actor Juan Daniel García Treviño, conocido por su papel en la película Ya no estoy aquí (que recomendamos ver), estaba presente entre la multitud. El público le hizo la clásica rueda para que bailara al centro, y él no defraudó. Con su estilo característico, sacó los prohibidos, público y actor bailando al ritmo de cumbia. 

Esta combinación de hip-hop y cumbia funciona muy bien y pone al público completamente entregado que no dejaba de moverse, disfrutando, viviendo el momento.  

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