Sergio Arau celebró su «Amortalidad» en el Lunario del Auditorio Nacional

Texto y fotografías por: AJ Navarro.

El Lunario del Auditorio Nacional fue el perfecto marco para la celebración del cumpleaños número 346 de Lazlo de la Vega Morris Van Claus Vitelli y Pavón, mejor conocido como Sergio Arau, que adquirió su ‘amortalidad’, como él la llama, debido a un ligero error que Dios cometió al no ponerle una fecha de caducidad. Para conmemorar dicho evento, el maestro Lazlo (que no tiene relación alguna con Lazlo Lozla de Don Gato) presentaría ante un selecto grupo su denominada “standópera” titulada Tocada y Fuga, rompiendo, como siempre, las reglas.

Las luces rojas pintaban el escenario mientras un telón en la pantalla de fondo, digno de una presentación de ópera, era el sencillo marco para la presencia de Sergio Arau y compañía. Con todos vestidos de época, la entrada de Arau escoltado por la Condesa Yareli Arizmendi, Olinka, compañera en las voces, y el resto de su agrupación que llegaban directo de Ciudad Neza, desfilaron ante el sonido de los violines introductorios así como de un video introductorio acerca de los orígenes del señor Lazlo.

Eran las 8:40 de la noche cuando Arau explicó que “tuvo la fortuna de nacer en 1678 y poder trabajar con los grandes autores como Beethoven, Bach, Vivaldi y demás”, confesando su eterno paso por este planeta y preparándose para mezclar la cumbia con la Tocata y Fuga de Bach mientras explicaba que el músico alemán le confesó que “de haber conocido antes ese ritmo hubiera hecho toda su obra así”.

Cuando todo estaba listo para arrancar con Tocada y Fuga, que habla sobre las vicisitudes de los músicos mexicanos que caen a una presentación y el que los contrata se va sin pagarles, hubo una pequeña falla de audio con el teclado. Sin embargo, esto fue aprovechado por los invitados de gala a esta ceremonia para cantarle al unísono las mañanitas al querido Morris Van Claus Vitelli y Pavón, que prometía una velada donde las rolas de los grandes compositores serían presentadas en sus “versiones originales”.

Después de ese emotivo momento, la fiesta comenzó y la “standópera” no se detuvo jamás. Con todos vestidos al más puro estilo victoriano, la obra continuó con el encuentro entre el mochilero Arau y Johann Strauss, que un día “me mandó un whatsapp en busca de unos hongos” dando pie a la composición hecha para un masivo afuera de la ópera de Viena, el Danubio Blues, mientras Sergio tocaba su lira diseñada especialmente por Luis XV.

No me gusta que me ventaneen en frente de tan poco público”, cotorreaba Arau con su querido público mientras contaba otra anécdota introductoria para el siguiente tema que lo llevó hasta Biarritz donde, aparentemente, conoció a un músico donde “había un wey súper azotado tocando y contando historias de su relación con su mujer que no la podía controlar”, ni más ni menos que Bizet. Sin embargo, parece que la versión contada no era tan adecuada.

Fue ahí que la Condesa Yareli dio paso al frente para contar su versión de la historia “yo tengo otros datos”, dando pie a Carmen de Cañón, donde explicaba las vicisitudes amorosas de ellos dos donde la libertad y el rock se conjuntaron ante la voz de Yareli mientras Arau tocaba la guitarra vestido en sus pantalones negros de piel y ese gran saco rojo.

Después de un ligero trago a su mezcal, donde el ex integrante de Botellita de Jeréz confesó que “me encanta tomarlo solo, pero ni modo que se vayan”, causando las risas de los presentes en el Lunario, continuó la aventura de la tocada, ahora con un encuentro fortuito en Garibaldi donde se encontró con un crudísimo Eduardo Di Capua (no confundir con DiCaprio) que venía huyendo por demandas de plagio.

Entonces, como buen colega, el ‘amortal’ Lazlo compartió el perfecto remedio para ambos problemas, recomponiendo Oh Sole Mío para convertirlo en Pozole Mío, compartiéndole a todos la receta perfecta para este plato mexicano ideal a ritmo de rap mientras los videos de fondo ayudaban a darle una sazón especial a cada una de sus obras originales. “Esto de ser inmortal es muy aburrido a veces”, afirmaba un emocionado Arau, mientras continuaba con sus reflexiones y experiencias de vida.

Ahora, tocaba el turno de su amistad con Juventino Rosas y un peculiar sentido de ligue insaciable que ambos compartían y que los llevó a visitar las mejores discos del momento. Fue ahí que Arau meditó sobre el infortunio de no tener el reconocimiento de tus creaciones. “Todos piensan que Sobre las Olas era de Strauss, siempre pasa lo mismo. Por ejemplo, todo mundo cree que Luis Miguel invento los boleros”, ironizó ante la carcajada de los presentes, todo esto como introducción para Sobre las Olas del Bar, donde a ritmo disco mostró sus mejores pasos como máquina sensual y con un sombrero de charro.

Volvíamos entonces al pasado, donde Vitelli y Pavón (para efectos prácticos) habló de su encuentro con un joven talentoso de nombre Mozart, su relación con su padre, Leopoldo que, en sus palabras “lo explotaba igualito que a Luis Miguel” hasta que se hizo su gran amigo y decidió defenderlo a capa y espada de los abusos que sufría, especialmente de una mujer que estaba sobres con fines económicos.

Así, Olenka, la corista de la banda esta noche, dio un paso al frente para convertirse en la voz de La Cuarentona de Mozart, combinación entre el ska y la sinfonía cuarenta de este genio musical en donde la interacción juguetona se fio entre Arau y la cantante, mientras la letra hablaba del coqueteo de la fama en tiempos de las redes sociales. Entre otro trago a su mezcalito y una pequeña pausa a la “standópera”, Lazlo presentó a sus músicos para después hablar sobre su amigo “Tchai” (de Tchaikovsky) y sus crisis económicas que los llevaron a convertirse en hombres de negocios y entrarle a Wall Street, dando paso a La Hago de los Bisnes, donde el rock ochentero se combinaba con la buena vibra de la banda.

Ante el clamor irónico del “ya se la saben”, Arau afirmó que “saliendo de aquí les voy a pedir sus celulares, no sus números sino sus equipos”, apadrinado por sus compas de Neza que lo acompañaban. Después de ese amedrentamiento, las ondas surferas californianas invadieron el anecdotario de la noche donde La Apertura del Guille Motel, creada a partir de su encuentro con el autor de la música del Llanero Solitario, fueron base para hacer un infomercial lleno de instintos fiesteros.

Otro mezcalito sirvió para presentar el siguiente número de este show cómico mágico musical que comenzaba a acercase a su final, ahora con su encuentro con Vivaldi y su primaVera que tenía un trauma histórico en su familia. Fue ahí que Carina Rico Suave Vivaldi entró a la escena para acompañar a Sergio y compañía en Mi Prima Vera y el Vivales, rola con aires punk mezclados con la primavera de Vivaldi que además tuvo el toque humorístico de la actriz y cantante sudamericana, una de las grandes sorpresas del show.

Pero toda obra tiene su final, y esta Tocada y Fuga llegaba a ese punto ni más ni menos que con el relato sobre Lazlo y el siempre necio Beethoven. “Era insoportable, fingía ser sordo para no hablar con la gente”, revelaba el también conocido como el ‘uyuyuy’. Fue ahí que la obsesión romántica que lo llevaría a crear Para Elisa se convirtió en un relato de abducción extraterrestre con Paraliza, con lo que le telón de la “standópera” llegó a su fin.

Afortunadamente, Arau regresó a escena para regalar un tema más a la audiencia, uno de su autoría propia creado “durante una mala experiencia” en clara alusión a cierta agrupación que clamaba que ser naco era chido. Ante los gritos de algunos presentes de “presidente, presidente”, Sergio lanzó el dardo humorístico diciendo que “si después de este sexenio no metían a un ex presidente a la cárcel, lo pensaría seriamente”.

Ante esta sensación de desmadre y fiesta, donde lanzó un último brindis con un caballito de tequila agradeciendo sonriente a todos los presentes y señalando a la butaca donde su padre, el mismísimo Calzonzin Inspector, Alfonso Arau, se levantó a aplaudirle a su hijo, los acordes de Alármala de Tos y los coros incansables de la gente pusieron un cierre mágico a una noche memorable al lado del siempre incansable y con un gran sentido del humor, Lazlo de la Vega Morris Van Claus Vitelli y Pavón.

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