Por: A.J. Navarro.
Guitarrista, cantante, compositor, fotógrafo, filántropo. Esas palabras describen lo que es Bryan Adams, que después de siete años de su última visita a nuestro país, volvió con un impresionante sold out a la Arena Ciudad de México en el marco de su gira So Happy it Hurts, donde convocó a todos sus fans, la gran mayoría de ellos de 40 años para arriba, para regalarles una memorable noche llena de éxitos y unas cuantas sorpresas en el repertorio del artista.

La cita estaba firmada para las 9 de la noche en el recinto de Avenida de las Granjas. Después de un acto abridor que abandonó el escenario poco después de la hora pactada, el piano y la batería de los acompañantes de Adams quedaron al descubierto mientras en la pantalla de fondo salía la imagen del auto blanco usado por el canadiense en su video de So Happy it Hurts.
Mientras los últimos arreglos corrían, la gente abarrotaba por completo el lugar. A ritmo de la música de fondo de Should I Stay or Should I Go de The Clash o Long Cool Woman in a Black Dress de The Hollies, un globo volador en forma de automóvil idéntico al del video en la pantalla y las súbitas acciones que acontecían en el mismo como el paso de una banda escolar, el robo de un par de llantas o la aparición de un perro negro, el tiempo pasaba hasta que, por fin, las luces se apagaron.
Así, la euforia se desató a las 9:32 de la noche, donde los fans no paraban de gritar de la emoción, algunos citadinos y otros que viajaban desde lejos para ver el recital de Adams, ya fuese desde Argentina hasta la comunidad de La Luz, Texas listos para ser elevados con las power ballads del nacido en Kingston, Canadá. Ante una introducción sobre la creación, la oscuridad de la vida y la llegada de la luz con la creación de la música, el “ángel del rock” canadiense ponía pie en el escenario.
La luz roja bañaba a Adams mientras comenzaba pateando traseros con Kick Ass y daba la bienvenida a todos al espectáculo. “Hola Mexico City, me llamo Bryan. Soy su cantante por la noche. Bienvenidos al tour, estamos muy felices de estar aquí”, mencionaba el canadiense ante un español forzado que mereció el aplauso del público mientrasla emoción era palpable entre los asistentes que se entregaron por completo ante las composiciones del rockero.
Pero la noche de grandes éxitos apenas comenzaba y el fuerte coro de los asistentes se hizo sentir mientras Adams recalcaba la necesidad de tener a alguien de confianza como sus fans con Somebody. Después, un aire rejuvenecedor cubrió a todos al recordarnos que la edad es una cifra pero que todos somos jóvenes de alma con 18 Till I Die. Pero fue con una sentida súplica de amor con Please Forgive Me, donde las luces y las cámaras de celulares hicieron acto de presencia, mismas que sirvieron de marco para Shine a Light.
Pero Adams no sólo ofrecería un repertorio que marcaba un viaje bastante completo por su carrera musical, sino que también ofreció sorpresas. Una de ellas fue la dedicación de una canción a su gran amiga, la cantante Tina Turner, que falleció el año pasado. “Ella era una gran amiga mía y queremos hacerle tributo a esta gran mujer”, afirmó un emotivo Bryan mientras la guitarra sonaba poderosa con It’s Only Love.
Como buen salvador del rock, el canadiense soltó una faceta retro al poner a bailar a todos un grato rockabilly con You Belong to me y I’ve Been Looking for You, donde el público le regaló sus mejores (y también peores) pasos que fueron captados por la cámara y proyectados en la pantalla del escenario, pues la gran pantalla de la Arena se mantuvo apagada todo el tiempo del concierto, detalle curioso de lo que fue esta velada luminosa.
Pero esta noche, Bryan Adams decidió sacar lo mejor de su repertorio y complacer a un público que, en sus palabras, extrañaba desde la última vez que se presentó en el Palacio de los Deportes. “Quería regresar a México desde ese entonces y finalmente estamos aquí. Estoy muy feliz por ello”, expresó el artista canadiense mientras los fans le aplaudían emocionados y las banderas nacionales y canadienses ondeaban entre algunos asistentes al show.
Así, Adams llevó al cielo a todo mundo con Heaven, donde el coro retumbó en el recinto. E incluso, para los amantes de su música y del cien por igual, no dudó en recordar su participación en Spirit: El Corcel Indomable con el sentido tema I Will Always Return, pasando por una de las más coreadas de la noche que trajo memorias de un afamado príncipe de los ladrones en el Bosque de Sherwood y su bello romance con Lady Marion: Everything I do I do It for You, donde las luces nuevamente se encendieron y los besos y romances se reavivaron.
Ese ciclo fue cerrado con el tema por excelencia para los enamorados eternos y uno que otro Don Juan, Have YouEver Really Loved a Woman, donde el color rojo y el amor en su apogeo combinado con el toque latino español de su guitarra casi flamenca así como fragmentos del video original que fue tema de la cinta Don Juan de Marco con Johnny Depp ponían el ambiente nostálgico para abrazar a sus parejas o llorar las solterías.
El automóvil volador salía a escena nuevamente mientras So Happy it Hurts sonaba con fuerza para después desvanecerse en la oscuridad del costado del escenario. El camino de este “ángel del rock” se acercaba a su fin, pero no podían faltar las grandes palmas y el coro más potente de la noche con otro tema que nos recordaba viejas glorias y cómo a veces quisiéramos volver a revivir esos momentos y memorias que tanto añoramos con Summer of 69, donde los aplausos y la buena vibra explotaron en el foro.
Llegó entonces el último tramo de esta salvación rockera. Ataviado con su usual playera negra y jeans del mismo color pegados además de unos tenis blancos, Bryan Adams decidió hacer un cover sorpresivo de Frankie Valli que encendió a todos con Can’t Take my Eyes Off You. “Desde los 15 años he estado de gira. Dejé la escuela y recuerdo que mi madre me dijo que si iba a hacer eso, más valía que hiciera un buen trabajo. Esta canción se la dedico a mi madre de 95 años que le encantaría estar aquí con ustedes”, fueron las últimas palabras antes de tocar Straight from the Heart con su guitarra acústica y una armónica.
Llegó el adiós con un tema que fue el claro ejemplo de una unión completa entre los asistentes al concierto con Adams, recordando que el lema de uno para todos y todos para uno sigue siendo encantador, especialmente cuando la música es lo que nos une. Así, All for Love, originalmente cantada al lado de Rod Stewart y Sting, encendió los celulares de todos para darle un hasta luego a este ángel salvador que inyectó de rock y nueva vida a todos, rejuveneciendo a los viejos fans además de conquistar a una nueva generación para probar que el rock nunca muere y que jamás habrá oscuridad mientras una guitarra siga sonando.