Por: Enrique Guerrero

Con un ofensivo mal entendimiento del material original, llega la secuela de una de las grandes cintas de horror, reduciendo la propiedad a una mala y genérica película de horror más.

Llega a las salas de cine, El Exorcista: Creyentes, que cuenta la historia de Victor, quien después de que encontrar a su hija desaparecida, comienza a notar que ella y su amiga, aparentemente están poseídas por una fuerza maligna, por lo que pedirán ayuda de alguien que haya vivido una experiencia similar, Chris MacNeil.

La cinta es una película genérica de posesiones, con elementos que ya se habían visto antes, sin presentar nada nuevo, el problema es que lo hace usando el nombre de una propiedad con gran peso dentro, no solo del género, sino de la historia del cine.

Un elemento narrativo que hacía grande a la cinta original de los años 70 era la angustia de la madre por no saber qué le ocurría a su hija, y como esta se va degenerando, haciendo que esa impotencia la haga recurrir a modos alternativos como lo es un exorcismo. Esos elementos no se aprecian en esta cinta.

El tratamiento a los personajes que regresan a la original son hasta insultantes, traicionan totalmente el arco que dejaron en el final de la primera película, así mismo, no respetan la mitología de la obra de William Peter Battly.

Crear un arco distinto a un personaje icónico femenio del horror, es un error que su director David Gordon Green ya cometió con Laurie Strode y su complejo de Sarah Connor en la nueva trilogía de Halloween, pero lo que hicieron en esta ocasión con Chris MacNeil es imperdonable.

Mucho menos respetan la profundidad, y menospreciando El Exorcista como una cinta de horror solamente, y acaban haciendo cualquier otra película más de posesión, casi como si fuera El Rito o alguna olvidable más.

El nuevo protagonista cae mal desde el inicio, y no logras crear empatía con él, y eso hace que la película sea débil, y el resto de los personajes nuevos son acartonados y unidimensionales que da igual lo que les ocurra.