Por: Oswaldo Mejía
VIVE POR MI (México-España, 2016), del director español Chema de la Peña, narra las vicisitudes que enfrentan tres personajes necesitados de un trasplante de riñón en la Ciudad de México. La urgencia por recuperar la salud y asegurar una mejor calidad de vida, desencadenan sucesos que pondrán a prueba el carácter de los involucrados.
Con guión del propio director en colaboración con Enrique Urbizu y Juan Manuel Romero, la película intenta persuadir al público de, llegado el momento, contribuir con la donación de órganos en el país, donde la demanda se cuenta por miles. La intención de concientizar a una sociedad indiferente a la donación es válida, no obstante, la historia narrada para transmitir el mensaje tiene sus carencias.
Ya en otras películas fue tratada la angustia de esperar un donante (21 Gramos, Alejandro Gonzáles Inarritu, 2003) o donar en busca de redención (Siete Almas, Gabriele Mucciono, 2008), sólo por citar dos ejemplos. En Vive por mí, la apuesta es mostrar la impaciencia de los enfermos, la renunciación desesperada y la fe como último recurso catártico.
La hija de un matrimonio en bancarrota lidia con su madre perturbada al tiempo que busca independencia y espera un trasplante de riñón (Martha Higareda); una mujer desea ser madre a pesar de las contraindicaciones médicas implícitas en una paciente en espera de un órgano y en tratamiento de hemodiálisis (Tiaré Scanda); y un predicador de fe incapaz de perdonar a su hijo (Rafael Inclán) son los personajes involucrados en este drama.
El tráfico de órganos en el norte del país, monitorear accidentes para secuestrar
cadáveres-donantes o aferrarse a un milagro divino son contemplaciones de los personajes que no terminan de sujetar al espectador. Las historias personales son débiles y por momentos inverosímiles, por esa razón van perdiendo fuerza conforme avanza el relato.
Lo que pudo ser un drama que impactará al espectador y sembrara en él el tema de la donación de órganos, es apenas un bosquejo de pacientes que amagan con tomar decisiones límite, una pincelada ligera de la afectación que sufren las personas cercanas a los enfermos y una descripción ligera de un problema social que merece mayor atención.