Por: Eli “La Panterita” Herrera
La historia de la humanidad en su cara nefasta, es la historia de la guerra, de la ocupación, de la barbarie, de la conquista, del saqueo, del abuso, de mucha sangre derramada, de la muerte y el miedo. Ante los hechos de violencia que cada cierto tiempo nos sacuden, pasamos por diversos estados emocionales, el shock es la reacción inicial, después intentamos comprender los sucesos, darles una explicación, dependiendo de nuestro carácter o posibilidades y habilidades intentamos dar una posible solución, por lo menos tranquilizarnos y volver a nuestra cotidianeidad, por supuesto si el hecho nos lo permite, ya que si se trata de la guerra los resultados serán muy desafortunados y trágicos para los involucrados.
Cómo regresar a ser como antes, tener proyectos y sueños si se pierde el hogar, la comunidad y son asesinadas las personas con las que solíamos convivir, cómo tener esperanza si se pierde la familia, padres, hermanos, hijos. Cuando las personas intentamos constantemente resistirnos ante situaciones desfavorables, ante injusticias, maltratos y violencia, puede ser por muchas razones, pero un fuerte motor para lograr mantenernos de pie y seguir adelante es la esperanza, esa idea tan fuerte de saber que si seguimos luchando las cosas cambiarán, mejorarán, pensar firmemente que los problemas se resolverán, y ponemos todo nuestro empeño para que así suceda.
Por el contrario, cuando las personas han pasado por varias experiencias negativas, cuando han luchado y resistido pero las situaciones suelen ser desfavorables en su mayoría y parecen no tener solución alguna, cuando se ha intentado hasta lo imposible y todo sigue igual, se dice que se cae en desesperanza, una desesperanza aprendida por la experiencia, por las repeticiones de las experiencias negativas y los fracasados. La mayoría hemos sentido en algún momento de nuestra vida la desesperanza, nos hemos inmovilizado porque sentimos que ya hicimos demasiado y las cosas siguen igual, dejamos de luchar y de creer hasta en nosotros mismos.
Pero qué sucede cuando la desesperanza se apodera de pueblos enteros, de las personas que suelen repetir convencidas que para qué luchar si todo está perdido, para que hacer marchas o huelgas si no se va a lograr nada, para qué denunciar si todo es corrupción, para qué esforzarse si nadie les reconoce sus logros, para que hacer algo si la vida está jodida. Cuando se vive con desesperanza, es semejante a la depresión, la autoestima baja, sin energía para vivir ya que sólo se sobrevive, convirtiéndose las personas desesperanzadas en tierra fértil para más abusos, más violencia, más corrupción, más dolor, sufrimiento y muerte.
Amigos de El Alebrije evitemos caer en la desesperanza, a pesar de las circunstancias, a pesar de las situaciones adversas, a pesar de lo gris que pueda parecernos la vida; trabajemos duro, denunciemos, no perdamos la capacidad de asombrarnos por los hechos terribles, la violencia no es normal, siempre valdrá la pena luchar aunque parezca que no hay cambios, porque es mejor hacer que no hacer cuando se trata de mejorar, de resolver, de ayudar. Y así diciendo NO a la guerra y con muchos sueños por delante, saldré al jardín como todas las noches y aullaré con la Luna.