Por: José M. Viniegra/Fotografías: German García(Dilemma)

Todo comenzó al sortear algunos últimos pendientes –no necesariamente obstáculos- para entrar al Circo Volador. La gente ocupaba un poco de acá y un poco de allá, desde las escaleras que algunos tomaban por gradas hasta las butacas de la parte superior del Circo. Parecía no irse a llenar el espacio.

De pronto, las luces bajaron de intensidad. Un par de tonos profundos y fuertes ambientaron. Entonces vino el primer grupo, ése que ya es costumbre que abra: en este caso se trataba de Septicflesh. Salieron al escenario con mucho poder y mucha fuerza metalera; pero para ser francos, mucha banda esperaba el gran momento de ver ahí arriba a Moonspell.

Al fin, luego de una hora, vino un tiempo de espera para que la banda de apertura saliera del escenario junto con sus instrumentos para dar paso necesario a los propios instrumentos de Moonspell. Entonces sucedió: las luces decrecieron nuevamente y salieron uno a uno los integrantes de ésta gran banda del metal con toques góticos. Y, por fin, el vocalista, Fernando Ribeiro, se soltó cantando.

Desde que entraban a la plataforma los instrumentos, hasta el decline de las luces y la entrada de Moonspell en su integridad, el aclamo del público fue notoriamente más potente; esto determina por mucho de modo más fehaciente el grado de éxito de un grupo. Y es que desde su fundación en 1989 como Morbid God, hasta su cambio de nombre y de disqueras, ha sido bien recibido no sólo por la calidad musical, sino por la profundidad de las letras que acompañaban ésta.

Anoche el público se emocionó, brincó y bailó al estilo de tonadas que pasaron por lo céltico, lo medieval y obviamente el metal que los caracteriza, más profundo en voz y en estructuración, lo cual los ha situado tanto al lado de seguidores del metal más puro como del gusto más excéntrico y romanticista del público gótico. Se armó también el “slam”, con todo y que el espacio consta de sólo escaleras y unas breves rampas no muy pronunciadas.

Durante todo el concierto, Fernando no sólo no paró de mencionar más de una ocasión el nombre de México, sino que confirmaba muy frecuentemente su afecto por nuestra tierra, su gente y la fuerza con que se le aclama. Dicho sea de paso, Septicflesh también dejó notar el auge y la fuerza que caracteriza al mexicano en su emotividad con la música; como sea, no es la primera vez ni los único géneros en que se le ha destacado de similar forma. También, volviendo al asunto con Moonspell, puso al descubierto su propia emoción durante el canto e incitó constantemente a seguirle –el publico- con los puños cerrados o el símbolo metalero al ritmo de las rolas y destacó que vive encantado con nuestra patria.

Por si fuera poco lo ya mencionado, para culminar casi al final de su concierto, Moonspell nos deleitó con clásicos; entre otros: Vampiria y Alma Mater, momento en el cual el estruendo, tanto de la música y de nosotros, espectadores, fue límite.

Es una pena, por otro lado y es que cabe mencionarlo, el problema de acústica de años del Circo Volador. Ya debieran haber hecho algo al respecto. Por todo lo demás, ha sido entrañable el momento.