Por: Sergio Islas.
Esta banda sueca lleva ya un buen tiempo dejando un gran sabor de boca en los recintos de todo el mundo donde se ha presentado, y aún remando a contracorriente ha dejado satisfechos a los críticos más acérrimos y puristas.
México no ha sido la excepción y visto lo ofrecido esta noche en un breve concierto que a todo mundo supuso un plato que se sirvió y terminó demasiado pronto, la banda ha despertado el interés de quienes apenas los van descubriendo y al mismo tiempo les ha permitido mantener intacto el amor de sus fans, que no cesaron ni un minuto de apoyar y gritar todo lo que ellos hacían sobre el escenario. 
Su puesta en escena es tan perfecta que asombra, los temas están ejecutados perfectamente, desde Swarm, que fue la canción con la que empezaron más temprano de la hora, hasta la conclusión del show con Catch 33, los suecos dejaban en claro que lo suyo es la apuesta hacia la ejecución técnica perfecta, sin apenas algún atisbo de descanso ni para ellos ni para el público que por fin hizo suyo el mosh y hasta los tímidos intentos de stage diving que fueron frustrados por el atento personal de seguridad en las vallas.
Aunque en términos generales Meshuggah es una banda que es calificada dentro del género “metal experimental”, su trabajo escénico perfectamente cuidado hasta el mínimo detalle es destacable y sorprendente, y aún cuando ésa ejecución pudiera ser considerada repetitiva y extremadamente compleja para los villamelones, esta banda ha sabido hacer de ése metal enmarañado y arriesgado su mejor carta de presentación. Entre sus referencias discográficas Obzen y Koloss, Meshuggah ha explotado un quehacer experimental que no por ello deja de ser brutal y potente. 
Combustion fue el segundo tema que ya dejaba claro que el show seguía con un poder reivindicativo del metal pesado que los medios tiempos de Lethargica de pronto parecían contrastar, haciendo de este tema un himno hipnótico que era asistido por una sinfonía del bajo que tomó un papel protagonista durante el concierto. Do not look down atisbaba cual intro la devastadora canción The Hurt That Finds You First con la cual harían homenaje a las explosiones sonoras de una batería llamada a ser el telón de fondo del apocalipsis.
Cuando llegó la hora de New Millennium Cyanide Christ y Dancers to a Discordant System, temas clásicos donde los haya, la gente ya estaba al borde del éxtasis sonoro junto a esta banda que hasta en la nitidez del sonido dejaban en claro su profesionalismo y entrega sin límites, batiéndose en toda forma en aras de mantener invicta una reputación de genios que los precede y que por primera vez los trajo a México.Es suyo y bien ganado el creciente reconocimiento de esta banda que no ceja en su empeño de seguir creciendo día a día y disco a disco en aras de convertirse en una idea sónica que refresque un género que no ha sabido despegar a las grandes ligas comerciales en este hemisferio.